Los distintos discursos de los grupos focales, en torno al objeto de investigación, cuajan un discurso articulado en torno a ideas fuerza que sustentan los aspectos cualitativamente relevantes por su frecuencia e intensidad. Este discurso, producto del consenso y del disenso, se sintetiza en los siguientes núcleos de significado:
- La salud/enfermedad mental es un problema de primer orden dentro de la institución penitenciaria por su frecuencia, por los recursos destinados y por la intensidad de los problemas que derivan de su gestión.
- La cultura clínica y el modelo biopsicosocial sustentan, en todos los colectivos, la comprensión de la enfermedad mental.
- El medio comunitario es percibido desde la institución penitenciaria como hostil y excluyente para el interno con enfermedad mental.
- Las soluciones institucionales (centro penitenciario) se perciben como más seguras y avalan una mejoría contrastable en el caso del interno con enfermedad mental, aportando recursos humanos profesionales y un plan individualizado de intervención terapéutico, rehabilitador, psicológico y farmacológico.
- Los elementos éticos de beneficencia y justicia priman sobre los de autonomía, dando un estilo de atención vinculado, cercano y paternalista.
- La coordinación interinstitucional (justicia, sanidad, acción social…) es deficitaria en forma y fondo.
- Los niveles de coordinación informal son operativos y gran parte de la coordinación se resuelve en torno a esos niveles.
- La falta de coordinación e información tiene una influencia determinante, tanto a nivel jurídico como clínico, en el pronóstico clínico del interno y en su capacidad de ejercitar los derechos legales que le asisten.
- En el caso de menores, sobre todo en proceso de emancipación, se pueden dar figuras de desprotección amparadas en los procesos administrativos poco flexibles.
- La cobertura de soporte sanitario público para el cumplimiento de medidas de seguridad es buena.
- Hay una estratificación, en gravedad y en prioridades asistenciales, de los trastornos mentales como trastorno mental grave (máxima atención y prioridad) y trastorno mental común (máxima complejidad y prioridad media).
- Los trastornos de la personalidad no cuentan, por su complejidad, con un consenso clínico e institucional.
- Las adicciones a sustancias se perciben alejadas del estereotipo moral, pero también de la consideración de enfermedad mental.
- El alcohol aparece como sustancia asociada a nuevos delitos y situaciones clínicas.
- Los diagnósticos múltiples que aúnan varias situaciones clínicas en una misma persona (trastorno mental, discapacidad intelectual, adicción a sustancias…) son un emergente clínico de primer orden, con un nuevo perfil de paciente que necesita de formación y recursos específicos.
- La doble estigmatización del interno con enfermedad mental se percibe en la relación con el medio comunitario.
- Existe una intención proactiva de normalización e integración de la persona con enfermedad mental dentro de los centros penitenciarios, articulada en torno a su capacidad y nivel de autonomía/dependencia.
- Existe un alto grado de implicación en el rol de ayuda a la persona interna con enfermedad mental en todos los colectivos, desde la comprensión de su situación como enferma y desde el posicionamiento de posible agente terapéutico y normalizador.
- La formación en materia de salud mental debe ser una prioridad en los currículos profesionales.
- Las tensiones intrainstitucionales son patentes en la relación de los distintos colectivos profesionales. Aunque existe un consenso teórico, deben habilitarse espacios de confluencia sobre la labor diaria para permitir su coordinación.
- El trabajo terapéutico con la responsabilidad del interno con enfermedad mental, independientemente de su situación de imputabilidad, es un elemento de rehabilitación presente en todos los centros.
- Existe una sensación de agravio en torno al estigma que poseen las instituciones penitenciarias como espacios de castigo y no de rehabilitación. Esta sensación desemboca en otra de poco aprecio profesional e invisibilidad de la labor realizada, tanto por parte de otros profesionales como por parte de la sociedad.
- Se registra una clara preocupación por la situación de la persona presa tras la excarcelación.
- Los centros penitenciarios en la CAPV, a pesar de las condiciones herméticas y especiales de la configuración de su trabajo y del objeto del mismo, no son ajenos a los ritmos y cambios sociales que aparecen en el espacio penitenciario, en una proporción e intensidad particular, pero con el mismo sesgo cualitativo. Así mismo, la evolución del pensamiento social y profesional de los distintos grupos recoge esa deriva social hacia un pensamiento más comprensivo y menos estigmatizante respecto al fenómeno de la enfermedad mental, seguramente por un conocimiento exhaustivo y en ese sentido privilegiado, producto del trato cotidiano y cercano con el interno con enfermedad mental.
- Las conclusiones participan de algunos elementos comunes fruto del aislamiento y la incomprensión social: la estigmatización del preso y del profesional que trata con él, la mitificación negativa de la realidad penitenciaria…, pero también abunda en elementos importantes como la actualización de los profesionales, la elaboración de los roles profesionales respecto a los internos en general y a los enfermos mentales en particular, la normalización como política asistencial y regimental… La presencia de la enfermedad mental en el día a día se resuelve en el discurso institucional a través de dos elementos omnipresentes y fundamentales:
- La mejoría del enfermo en un medio institucional controlado y cerrado.
- La percepción de hostilidad del medio comunitario, que se plasma en gran cantidad de aspectos:
– Falta de coordinación con los medios asistenciales públicos.
– Lentitud o incomunicación con los medios jurídicos.
– Reticencias inexplicables en la cobertura de las personas, que ocultan una situación de estigmatización institucional…
Estas dos realidades determinan en la institución un estilo beneficiente y paternalista, que puede actuar de formas diversas y en ocasiones contradictorias. Por ello, la labor por hacer que más destaca en este terreno fresco, rico y lleno de matices es seguramente la de abrir la institución al exterior y avanzar en la coordinación con la sociedad y sus instituciones.