Carlos es un hombre a
lto, fuerte, pausado y tranquilo, con estudios de ingeniero técnico industrial y de trato muy a
gradable.
A pesar de sufrir durante veinticinco a
ños la enfermedad que padece, se muestra conforme con su vida y señala la importancia de sus relaciones personales con el resto de usuarios y usuarias del centro a
l que a
cude en una localidad vizcaína.
Nació en el seno de una familia de tres hijos y es el mayor de los hermanos. Recuerda su niñez con ilusión, y su a
dolescencia y juventud también feliz con sus a
migos y a
migas.
A los 25 a
ños, con novia y trabajo, tenía un proyecto de vida como cualquier persona de su edad: deseaba formar una familia y sacarla a
delante. Este proyecto de vida se vio truncado por la a
parición de la primera crisis psicótica, a
los 27 a
ños de edad, que le llevó a
ingresar en un hospital psiquiátrico:
"Me cambió un poco la vida, me forzaba demasiado pensando".
Con 29 a
ños tuvo su segundo ingreso psiquiátrico. Con motivo de este segundo ingreso, le diagnosticaron la esquizofrenia que padece.
"La crisis de los 29 fue brutal, me costaba reconocer hasta un balde".
Perdió la relación a
fectiva con su novia y no se explica cómo fue perdiendo también las a
mistades. Lo cierto es que se fue convirtiendo en una persona con dificultades para las relaciones interpersonales. No pudo continuar con su trabajo, le costaba enormemente mantener horarios y levantarse a
su hora. Como consecuencia de su progresivo empeoramiento, le reconocieron una invalidez permanente a
bsoluta y un grado de discapacidad del 65%.
En la a
ctualidad vive sólo en el á
mbito rural y cuenta con el a
poyo de la as
ociación a
la que a
cude a
diario y donde le a
yudan en su proceso rehabilitador. Cuenta con la a
yuda de sus hermanos, que también le echan una mano, y con una persona que a
cude a
casa para labores de limpieza:
"Mis hermanos me pagan bastantes cosas".
"Yo con la limpieza no puedo, se me hace un mundo, y con la comida tampoco".
Reconoce que los a
poyos de la as
ociación (el propio centro y el resto de soportes) son esenciales para él.
Solicitó el reconocimiento de su situación de dependencia y ha sido declarado a
utónomo. Confiesa que cuando vio la resolución no le dio importancia. Es como si interiormente fuera un pequeño logro, ya que para él no es de ningún a
grado que le consideren dependiente. Según los profesionales que le a
tienden a
diario, se trata de una persona que estaría dentro de la dependencia moderada, pues claramente precisa de a
poyos para mantener cierto grado de a
utonomía.
La enfermedad mental le ha supuesto un impacto emocional importante, ya que tiene dificultades de relación; según nos cuenta, sólo tiene a
migos en el centro a
l que a
cude diariamente:
"Mis a
mistades son sólo personas que tienen enfermedad mental".
Al preguntarle a
qué se debe, nos habla de la dificultad que le supone establecer relaciones con los demás:
"Noto en las miradas de los demás que no me a
ceptan. En el pueblo me miran como si fuera un bicho raro".
Las relaciones familiares también empeoraron como consecuencia de la enfermedad, a
unque con el tiempo han mejorado.
En el momento a
ctual se muestra muy preocupado con la respuesta que obtuvo de la Diputación Foral de Bizkaia a
su solicitud de reconocimiento de la situación de dependencia, en la que lo calificaban de persona a
utónoma. Su preocupación principal viene motivada porque le han explicado que para poder continuar a
cudiendo a
l centro ocupacional necesita el reconocimiento de dependencia. En la a
ctualidad, se encuentra en proceso de revisión de la resolución y espera que, conforme le han indicado las profesionales del centro, le sea reconocido a
lgún grado de dependencia.
Nos habla del centro ocupacional –su principal a
poyo– a
l que a
cude diariamente por las mañanas, y de las tareas que en él desarrolla según le van indicando las y los profesionales encargados. Este centro le permite continuar con su proceso rehabilitador y tener una a
ctividad diaria para luchar contra los síntomas propios de la enfermedad. Para él, el centro es, incluso, a
lgo más: un lugar de encuentro con compañeros y compañeras donde poder evitar sentirse a
islado. También manifiesta que el centro le ha a
yudado a
evitar las crisis propias de su enfermedad.
Respecto a
la coordinación, dice no entender por qué si las y los profesionales que están con él todos los días valoran que es una persona con a
lgún grado de dependencia, en la resolución se le considera una persona a
utónoma:
"Deberían haberse puesto en contacto y pedir opinión a
estos profesionales sobre lo que hago con a
yuda y lo que no. A
mí me cuesta reconocer que necesito a
yuda, pero los profesionales que me conocen saben realmente para qué cosas la necesito".
Carlos nos habla de su cotidianidad. Se levanta y desayuna –confiesa que le cuesta a
rrancar por las mañanas–, después da de comer a
los perros:
"Por las mañanas me cuesta ponerme en marcha (para venir a
l centro) y por la tarde no salgo".
"Los perros me a
yudan a
no sentirme tan solo".
Como él nos dice, poco a
poco "arranca con el día", a
cude a
l centro ocupacional, donde pasa la mañana haciendo piezas, o bien en el huerto, donde trabaja la tierra. En el centro habla con las y los compañeros y se encuentra a
gusto. Después de comer se queda en casa y duerme, ya que se encuentra muy cansado y necesita descansar. Más o menos todos los días hace lo mismo.
En el caso de este testimonio, hemos consultado a
varios profesionales que le a
tienden. Éstos nos indican que Carlos necesita a
cudir a
l centro ocupacional como recurso rehabilitador y que, en caso contrario, el suyo sería claramente un caso de a
islamiento con el riesgo de verse encamado. Por otra parte, nos refieren que precisa a
yuda para que le organicen las comidas y las tareas en casa, por lo que parecería a
decuado pautarle un servicio de a
yuda a
domicilio.