3.- Lo más significativo de la aportación del Tercer Sector desde la perspectiva de Cáritas
Podemos afirmar, sin caer en la auto-complacencia, que la acción social que se realiza desde el Tercer Sector y desde Cáritas en particular, es una acción social de calidad. De entrada habría que destacar la implicación y dedicación a personas y familias que sufren por la pobreza y la exclusión social y que a menudo en esta sociedad nuestra, se ven relegados al olvido y a la irrelevancia social. El Tercer Sector, desde la cercanía y la complicidad con los sectores de población más desfavorecidos, trata de rescatar de la invisibilidad a las personas más desfavorecidas poniendo rostro y voz al sufrimiento. Más concretamente y desde Cáritas tratamos de ser fieles a una de nuestras opciones prioritarias. Cáritas opta por los más pobres de entre los pobres, por los últimos y no atendidos, por las personas que se quedan al borde del camino, por los cronificados en la vida de la calle o estigmatizados por su condición social, por los inmigrantes sin papeles, pro quienes ni siquiera son capaces de acceder a los recursos convencionales.
• El factor humano y el voluntariado
Nuestra acción social tiene su soporte y aportación fundamental en el factor humano. Para nosotros y con toda humildad, lo más singular de nuestra intervención social es la prioridad de la relación y el encuentro humano. A diario constatamos la necesidad de afecto y reconocimiento en las personas más empobrecidas. A diario constatamos el bien que produce una relación de ayuda basada en un trato humano de cercanía y calidez afectiva.
La aportación del Tercer Sector y desde Cáritas en particular tiene justamente en el factor humano una de sus señas de identidad más palpable. Benedetti nos recuerda que ”todo es del color del corazón con el que se mira”. Tan importante que lo que hacemos es cómo lo hacemos. Lo que no pasa por el corazón prácticamente no existe. La parábola del Buen Samaritano es todo un ejemplo de actitud ante la pobreza y el sufrimiento. El ejemplo de quien sabe detenerse ante el prójimo malherido, sentir compasión con el sufrimiento ajeno y poner en acción las manos para curar las heridas. Sin compasión, sin corazón, no se puede realizar una acción social de verdadero contenido humano. La burocratización y el mecanicismo es uno de los grandes peligros de la intervención social. El Tercer Sector si algo no debe descuidar, es justamente la sensibilidad y la empatía con el sufrimiento de las personas.
El factor humano nos hace centrarnos el carácter multidimensional de la pobreza. Una mirada superficial hacia el empobrecido no nos hará conocer lo que la persona vive por dentro. Y es que la pobreza tiene, como el poliedro, muchas caras y algunas invisibilizadas. No hay que olvidar que detrás de determinadas necesidades y demandas materiales se descubren mil heridas que hay que ayudar a sanar. Por ello mismo el Modelo de Acción Social de muchas Entidades del Tercer Sector gira en torno a determinados ejes y opciones de fondo. El más importante se define como “la centralidad de la persona”. Siempre será la persona más importante que la mera demanda de ayuda, siempre será la persona más importante que la carencia o la necesidad. Cuando decimos que es preciso tener una mirada que abarque a toda la persona nos estamos implicando en una acogida abierta a todas las dimensiones de lo humano. Cuando se establece una relación horizontal y dialógica, desde el paradigma del “sanador herido”, la intervención social se convierte en experiencia de compartir fraterno. El otro ya no es el usuario que atender, ni el atendido que atender. Es hermano y hermana con quien poder hacer camino juntos para llegar más lejos de lo que podrían presagiar nuestros pies cansados.
Por ello es perfectamente comprensible que para nosotros el mejor activo, la roca sobre la que se construye Cáritas cada día sea la aportación humana, la inestimable aportación del voluntariado. Con satisfacción y gratitud debemos reconocer que son miles y miles las personas que acogen y acompañan a quienes sufren en la soledad y el desamparo, en la impotencia y la necesidad. Estos miles de voluntarios (más de 3.500 solo en Cáritas y en la Comunidad Autónoma) constituyen por un lado, la riqueza humana más destacable de nuestra sociedad y al tiempo el necesario apoyo para llevar a cabo nuestra intervención social cerca de las personas.
En Cáritas decimos a menudo que los recursos materiales son importantes para proporcionar ayuda, pero situamos en primer lugar la aportación desinteresada y fiel del voluntariado. Las personas empobrecidas necesitan respuesta para sus demandas materiales, pero también y en gran medida, requieren y agradecen el calor humano de una acogida cálida, de una relación de ayuda basada en la escucha, en la empatía y la asertividad.
Sin ninguna duda, la aportación del voluntariado se hace todavía más fecunda en el acompañamiento. Y es que solo así con el apoyo continuado de estas personas voluntarias se pueden rehacer caminos rotos habilitando itinerarios de reconstrucción personal e inserción social. Todo esto es tan verdad que sin la presencia activa del voluntariado no podrían funcionar la mayor parte de los centros y programas de inserción en Cáritas ni los centros de acogida de nuestras parroquias en pueblos y barrios. Por algo decimos en Cáritas que somos “más que una organización con voluntarios, una organización de voluntarios”. Con lo cual sigue siendo verdad que la mayor riqueza no está en lo que tenemos sino en lo que somos. La gran aportación del voluntariado hace realidad el hecho de que la gratuidad es uno de los valores básicos de nuestra Acción Social. En una sociedad en la que impera la lógica mercantilista, tener espacios que encarnan la lógica del don es una fuerza de humanización a la vez que un motivo para la esperanza.
Precisamente esta presencia del voluntariado, su labor callada y efectiva en el acompañamiento a las personas, debe ser uno de los elementos a valorar y ser reconocido desde la Administración. Entendemos que no hay Administración y Gobierno que pueda ofrecer este inmenso capital humano que supone el voluntariado y menos desde la perspectiva de la gratuidad y el desinterés.
• Capacitación técnica
Junto al voluntariado, el Tercer Sector y Cáritas disponen de un determinado número de personas contratadas, técnicos especializados en la acción social. Solo con la buena voluntad no puede uno introducirse en la delicada tarea de atender y ayudar a las personas que vienen a nosotros buscando y reclamando ayuda. En todas las actividades, pero más que en ningún otro lado en la intervención social, hace falta competencia y conocimientos específicos. Es grande la responsabilidad que contraemos al intervenir con personas. No hay que olvidar que trabajamos con y para personas que tienen muchas heridas. Cuando interactuamos con personas que sufren tanto, debemos ser conscientes de que “pisamos tierra sagrada”. Hay que ir descalzos y con el mayor de los respetos a la tierra del sufrimiento. Por otro lado no hay ninguna persona por mal que esté que no tenga alguna cualidad o capacidad que pueda activarse y revivir. Nadie es tan pobre que no tenga ningún activo de valor. Por ello la intervención social necesita de personas capacitadas para hacer aflorar esas capacidades y competencias que anidan en cada ser humano. Tal vez baste un poco de autoestima activada desde el afecto de una buena acogida y acompañamiento para que la persona empobrecida se empodere de nuevo y pueda transitar con buen pie por el camino de la vida. Podemos afirmar que en la simbiosis de la atención técnica acertada y la calidez del encuentro humano, reside el acierto y la excelencia de la acción social. Siendo como deben ser protagonistas las personas, en Cáritas defendemos el modelo siguiente: “técnicos de la acción social con alma de voluntario y voluntarios con capacitación técnica”.
• Las tres grandes tareas : asistencia, promoción humana y transformación social
La acción social que realizan las Entidades del Tercer Sector tienen en general tres grandes tareas: tareas de asistencia, tareas de promoción y tareas de transformación social.
Desde la perspectiva de Cáritas en las tres tareas resulta más importante la incidencia cualitativa que cuantitativa.
Sabemos que el imaginario colectivo todavía vincula la acción de Cáritas con una imagen un tanto asistencialista y paternalista. Es preciso reconocer que así ha podido ser en el pasado y que todavía quedan vestigios importantes de esta tendencia, agudizada tal vez un poco en estos tiempos de Crisis que provocan que la atención esté depositada en la ayuda asistencial y ayuda material en especies: alimento, ropa, etc. No obstante es preciso reconocer que la acción de Cáritas desde la fidelidad a los principios de su Modelo de Acción Social apuesta sobre todo por la promoción humana, por las acciones significativas que favorecen los procesos de humanización y por las buenas prácticas que se orientan hacia la transformación social.
Evidentemente somos conscientes de que es preciso responder a las necesidades básicas como la subsistencia y la vivienda aportando los recursos económicos necesarios. Vivimos situaciones de verdadera precariedad y las más de 50.000 personas que el año pasado acudieron a Cáritas en la Comunidad Autónoma demandaban con urgencia ayudas puntuales para lograr la subsistencia o el pago de la vivienda. Pero también en estos casos entendemos la ayuda asistencial como parte integrante de un proceso de promoción humana e integración social que haga posible una vida autónoma y digna. Sabemos que la mera ayuda asistencial si no tiene otro horizonte, retiene a las personas en la dependencia y la cronificación. Por ello la aportación de Cáritas estará siempre en la línea de fortalecer al sujeto que es cada persona desde el respeto y la confianza que conlleva la dignidad humana.
No obstante y desde nuestra opción por los últimos y no atendidos, constatamos que en nuestra tarea de ayudar a personas que sufren un gran deterioro personal, no siempre el horizonte de la integración socio-laboral es abordable. Pero nuestra experiencia y nuestra voluntad de seguir ayudando en la situación más adversa, nos demuestra que, aún en las situaciones más difíciles, es posible dar pasos que humanicen y ofrezcan posibilidades de contención al deterioro. Nunca hay que cerrar la puerta a la esperanza. De hecho Tenemos en marcha algunos proyectos dirigidos a las personas más cronificadas del colectivo “sin hogar” con unos resultados verdaderamente positivos.
Cáritas trabaja por la justicia. Este es un lema acuñado que quiere resaltar el compromiso de Cáritas por una transformación real de la sociedad. Somos conscientes de que el modelo de sociedad hegemónico en nuestro mundo, el modelo neo-liberal, lejos de cohesionar la sociedad y promover una vida más digna para todos, ahonda en la desigualdad y hace todavía más escandalosa e inadmisible la pobreza en el mundo. Las prioridades dentro de esta tarea de transformación social conllevan la necesaria denuncia de las injusticias para ir atajando las causas estructurales. Junto a ello es primordial seguir siendo altavoces de las voces silenciadas y reprimidas para sensibilizar y concienciar al conjunto de la población que a menudo vive ajena a los dramas humanos que se dan entre nosotros y en el ancho mundo. De cara a una mayor eficiencia en la labor, Cáritas apuesta por el trabajo en Red con otras entidades y movimientos sociales de cara a la construcción de un nuevo modelo social.
La aportación de Cáritas en este momento histórico que nos toca vivir pasa por la construcción de ese modelo social alternativo en clave de derechos sociales, defendiendo y promoviendo un modelo de desarrollo humano más allá del mero crecimiento económico, construido desde la centralidad de la persona (de todas las personas) y de la referencia permanente a la ética social. El actual modelo socio-económico es como el imponente trasatlántico que va deprisa a lo suyo sin reparar en los náufragos que están siendo expulsados del sistema sin ninguna consideración. El actual sistema económico, privado de la ética, viciado por la codicia, lejos de recuperar e integrar a las personas, las va arrollando. Es verdad que las gentes e iniciativas del Tercer Sector no va n a poder parar ni cambiar ni reconducir e esa enorme trasatlántico pero es preciso intentarlo y en todo caso siempre serán como las pequeñas barcas que pueden ver, acercarse y recoger a esos náufragos excluidos por el sistema y tal vez iniciar nuevas singladuras y caminos alternativos.
Y termino. Primero con una llamada de advertencia e interpelación. Es la aseveración de Levinas cuando dice que “casi siempre llegamos tarde a la cita con el prójimo”. Y en segundo lugar con una llamada a la esperanza, con una esperanza activa y comprometida. La que nos dirige García Roca cuando afirma que García Roca “la contracultura de la solidaridad nos ubica en el horizonte del futuro”.
El Tercer Sector es una expresión viva y cargada de nobleza humana. Surge de la sensibilidad de muchas personas. Sabemos que no habrá verdadera transformación social si no parte de la vida de cada uno. En este empeño que es una carrera de fondo, valen mucho los pequeños pasos de la vida cotidiana. En el mundo de la pobreza y el sufrimiento, lo aparentemente pequeño tiene otra dimensión, sobre todo cuando va envuelto en entrega y afecto. Es bueno recordar aquello de que “en muchos lugares pequeños, mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, lograron cambiar el mundo”.
Creemos, pues, en esa tarea urgente e insoslayable de contribuir a una sociedad con valores alternativos, siendo pequeña sociedad de contraste para poder experimentar que la utopía es realizable y se puede materializar primero en uno mismo y también a través del valor de acciones significativas y con el progresivo empoderamiento de las personas anuladas y excluidas. Para ello resulta vital la aportación de todos, para seguir construyendo sobre roca, la roca del propio testimonio, la roca de la congruencia y la honestidad, tal vez empezando por nosotros mismos y en la línea de la interpelación que Cáritas ha lanzado a todos en la última campaña: “Vive sencillamente, para que otros, sencillamente puedan vivir”.