Podemos a
firmar, sin caer en la a
uto-complacencia, que la a
cción social que se realiza desde el Tercer Sector y desde Cáritas en particular, es una a
cción social de calidad. De entrada habría que destacar la implicación y dedicación a
personas y familias que sufren por la pobreza y la exclusión social y que a
menudo en esta sociedad nuestra, se ven relegados a
l olvido y a
la irrelevancia social. El Tercer Sector, desde la cercanía y la complicidad con los sectores de población más desfavorecidos, trata de rescatar de la invisibilidad a
las personas más desfavorecidas poniendo rostro y voz a
l sufrimiento. Más concretamente y desde Cáritas tratamos de ser fieles a
una de nuestras opciones prioritarias. Cáritas opta por los más pobres de entre los pobres, por los últimos y no a
tendidos, por las personas que se quedan a
l borde del camino, por los cronificados en la vida de la calle o estigmatizados por su condición social, por los inmigrantes sin papeles, pro quienes ni siquiera son capaces de a
cceder a
los recursos convencionales.
• El factor humano y el voluntariado
Nuestra a
cción social tiene su soporte y a
portación fundamental en el factor humano. Para nosotros y con toda humildad, lo más singular de nuestra intervención social es la prioridad de la relación y el encuentro humano. A
diario constatamos la necesidad de a
fecto y reconocimiento en las personas más empobrecidas. A
diario constatamos el bien que produce una relación de a
yuda basada en un trato humano de cercanía y calidez a
fectiva.
La a
portación del Tercer Sector y desde Cáritas en particular tiene justamente en el factor humano una de sus señas de identidad más palpable. Benedetti nos recuerda que ”todo es del color del corazón con el que se mira”. Tan importante que lo que hacemos es cómo lo hacemos. Lo que no pasa por el corazón prácticamente no existe. La parábola del Buen Samaritano es todo un ejemplo de a
ctitud a
nte la pobreza y el sufrimiento. El ejemplo de quien sabe detenerse a
nte el prójimo malherido, sentir compasión con el sufrimiento a
jeno y poner en a
cción las manos para curar las heridas. Sin compasión, sin corazón, no se puede realizar una a
cción social de verdadero contenido humano. La burocratización y el mecanicismo es uno de los grandes peligros de la intervención social. El Tercer Sector si a
lgo no debe descuidar, es justamente la sensibilidad y la empatía con el sufrimiento de las personas.
El factor humano nos hace centrarnos el carácter multidimensional de la pobreza. Una mirada superficial hacia el empobrecido no nos hará conocer lo que la persona vive por dentro. Y es que la pobreza tiene, como el poliedro, muchas caras y a
lgunas invisibilizadas. No hay que olvidar que detrás de determinadas necesidades y demandas materiales se descubren mil heridas que hay que a
yudar a
sanar. Por ello mismo el Modelo de A
cción Social de muchas Entidades del Tercer Sector gira en torno a
determinados ejes y opciones de fondo. El más importante se define como “la centralidad de la persona”. Siempre será la persona más importante que la mera demanda de a
yuda, siempre será la persona más importante que la carencia o la necesidad. Cuando decimos que es preciso tener una mirada que a
barque a
toda la persona nos estamos implicando en una a
cogida a
bierta a
todas las dimensiones de lo humano. Cuando se establece una relación horizontal y dialógica, desde el paradigma del “sanador herido”, la intervención social se convierte en experiencia de compartir fraterno. El otro ya no es el usuario que a
tender, ni el a
tendido que a
tender. Es hermano y hermana con quien poder hacer camino juntos para llegar más lejos de lo que podrían presagiar nuestros pies cansados.
Por ello es perfectamente comprensible que para nosotros el mejor a
ctivo, la roca sobre la que se construye Cáritas cada día sea la a
portación humana, la inestimable a
portación del voluntariado. Con satisfacción y gratitud debemos reconocer que son miles y miles las personas que a
cogen y a
compañan a
quienes sufren en la soledad y el desamparo, en la impotencia y la necesidad. Estos miles de voluntarios (más de 3.500 solo en Cáritas y en la Comunidad A
utónoma) constituyen por un lado, la riqueza humana más destacable de nuestra sociedad y a
l tiempo el necesario a
poyo para llevar a
cabo nuestra intervención social cerca de las personas.
En Cáritas decimos a
menudo que los recursos materiales son importantes para proporcionar a
yuda, pero situamos en primer lugar la a
portación desinteresada y fiel del voluntariado. Las personas empobrecidas necesitan respuesta para sus demandas materiales, pero también y en gran medida, requieren y a
gradecen el calor humano de una a
cogida cálida, de una relación de a
yuda basada en la escucha, en la empatía y la as
ertividad.
Sin ninguna duda, la a
portación del voluntariado se hace todavía más fecunda en el a
compañamiento. Y es que solo as
í con el a
poyo continuado de estas personas voluntarias se pueden rehacer caminos rotos habilitando itinerarios de reconstrucción personal e inserción social. Todo esto es tan verdad que sin la presencia a
ctiva del voluntariado no podrían funcionar la mayor parte de los centros y programas de inserción en Cáritas ni los centros de a
cogida de nuestras parroquias en pueblos y barrios. Por a
lgo decimos en Cáritas que somos “más que una organización con voluntarios, una organización de voluntarios”. Con lo cual sigue siendo verdad que la mayor riqueza no está en lo que tenemos sino en lo que somos. La gran a
portación del voluntariado hace realidad el hecho de que la gratuidad es uno de los valores básicos de nuestra A
cción Social. En una sociedad en la que impera la lógica mercantilista, tener espacios que encarnan la lógica del don es una fuerza de humanización a
la vez que un motivo para la esperanza.
Precisamente esta presencia del voluntariado, su labor callada y efectiva en el a
compañamiento a
las personas, debe ser uno de los elementos a
valorar y ser reconocido desde la A
dministración. Entendemos que no hay A
dministración y Gobierno que pueda ofrecer este inmenso capital humano que supone el voluntariado y menos desde la perspectiva de la gratuidad y el desinterés.
• Capacitación técnica
Junto a
l voluntariado, el Tercer Sector y Cáritas disponen de un determinado número de personas contratadas, técnicos especializados en la a
cción social. Solo con la buena voluntad no puede uno introducirse en la delicada tarea de a
tender y a
yudar a
las personas que vienen a
nosotros buscando y reclamando a
yuda. En todas las a
ctividades, pero más que en ningún otro lado en la intervención social, hace falta competencia y conocimientos específicos. Es grande la responsabilidad que contraemos a
l intervenir con personas. No hay que olvidar que trabajamos con y para personas que tienen muchas heridas. Cuando interactuamos con personas que sufren tanto, debemos ser conscientes de que “pisamos tierra sagrada”. Hay que ir descalzos y con el mayor de los respetos a
la tierra del sufrimiento. Por otro lado no hay ninguna persona por mal que esté que no tenga a
lguna cualidad o capacidad que pueda a
ctivarse y revivir. Nadie es tan pobre que no tenga ningún a
ctivo de valor. Por ello la intervención social necesita de personas capacitadas para hacer a
florar esas capacidades y competencias que a
nidan en cada ser humano. Tal vez baste un poco de a
utoestima a
ctivada desde el a
fecto de una buena a
cogida y a
compañamiento para que la persona empobrecida se empodere de nuevo y pueda transitar con buen pie por el camino de la vida. Podemos a
firmar que en la simbiosis de la a
tención técnica a
certada y la calidez del encuentro humano, reside el a
cierto y la excelencia de la a
cción social. Siendo como deben ser protagonistas las personas, en Cáritas defendemos el modelo siguiente: “técnicos de la a
cción social con a
lma de voluntario y voluntarios con capacitación técnica”.
• Las tres grandes tareas : as
istencia, promoción humana y transformación social
La a
cción social que realizan las Entidades del Tercer Sector tienen en general tres grandes tareas: tareas de as
istencia, tareas de promoción y tareas de transformación social.
Desde la perspectiva de Cáritas en las tres tareas resulta más importante la incidencia cualitativa que cuantitativa.
Sabemos que el imaginario colectivo todavía vincula la a
cción de Cáritas con una imagen un tanto as
istencialista y paternalista. Es preciso reconocer que as
í ha podido ser en el pasado y que todavía quedan vestigios importantes de esta tendencia, a
gudizada tal vez un poco en estos tiempos de Crisis que provocan que la a
tención esté depositada en la a
yuda as
istencial y a
yuda material en especies: a
limento, ropa, etc. No obstante es preciso reconocer que la a
cción de Cáritas desde la fidelidad a
los principios de su Modelo de A
cción Social a
puesta sobre todo por la promoción humana, por las a
cciones significativas que favorecen los procesos de humanización y por las buenas prácticas que se orientan hacia la transformación social.
Evidentemente somos conscientes de que es preciso responder a
las necesidades básicas como la subsistencia y la vivienda a
portando los recursos económicos necesarios. Vivimos situaciones de verdadera precariedad y las más de 50.000 personas que el a
ño pasado a
cudieron a
Cáritas en la Comunidad A
utónoma demandaban con urgencia a
yudas puntuales para lograr la subsistencia o el pago de la vivienda. Pero también en estos casos entendemos la a
yuda as
istencial como parte integrante de un proceso de promoción humana e integración social que haga posible una vida a
utónoma y digna. Sabemos que la mera a
yuda as
istencial si no tiene otro horizonte, retiene a
las personas en la dependencia y la cronificación. Por ello la a
portación de Cáritas estará siempre en la línea de fortalecer a
l sujeto que es cada persona desde el respeto y la confianza que conlleva la dignidad humana.
No obstante y desde nuestra opción por los últimos y no a
tendidos, constatamos que en nuestra tarea de a
yudar a
personas que sufren un gran deterioro personal, no siempre el horizonte de la integración socio-laboral es a
bordable. Pero nuestra experiencia y nuestra voluntad de seguir a
yudando en la situación más a
dversa, nos demuestra que, a
ún en las situaciones más difíciles, es posible dar pasos que humanicen y ofrezcan posibilidades de contención a
l deterioro. Nunca hay que cerrar la puerta a
la esperanza. De hecho Tenemos en marcha a
lgunos proyectos dirigidos a
las personas más cronificadas del colectivo “sin hogar” con unos resultados verdaderamente positivos.
Cáritas trabaja por la justicia. Este es un lema a
cuñado que quiere resaltar el compromiso de Cáritas por una transformación real de la sociedad. Somos conscientes de que el modelo de sociedad hegemónico en nuestro mundo, el modelo neo-liberal, lejos de cohesionar la sociedad y promover una vida más digna para todos, a
honda en la desigualdad y hace todavía más escandalosa e inadmisible la pobreza en el mundo. Las prioridades dentro de esta tarea de transformación social conllevan la necesaria denuncia de las injusticias para ir a
tajando las causas estructurales. Junto a
ello es primordial seguir siendo a
ltavoces de las voces silenciadas y reprimidas para sensibilizar y concienciar a
l conjunto de la población que a
menudo vive a
jena a
los dramas humanos que se dan entre nosotros y en el a
ncho mundo. De cara a
una mayor eficiencia en la labor, Cáritas a
puesta por el trabajo en Red con otras entidades y movimientos sociales de cara a
la construcción de un nuevo modelo social.
La a
portación de Cáritas en este momento histórico que nos toca vivir pasa por la construcción de ese modelo social a
lternativo en clave de derechos sociales, defendiendo y promoviendo un modelo de desarrollo humano más a
llá del mero crecimiento económico, construido desde la centralidad de la persona (de todas las personas) y de la referencia permanente a
la ética social. El a
ctual modelo socio-económico es como el imponente trasatlántico que va deprisa a
lo suyo sin reparar en los náufragos que están siendo expulsados del sistema sin ninguna consideración. El a
ctual sistema económico, privado de la ética, viciado por la codicia, lejos de recuperar e integrar a
las personas, las va a
rrollando. Es verdad que las gentes e iniciativas del Tercer Sector no va n a
poder parar ni cambiar ni reconducir e esa enorme trasatlántico pero es preciso intentarlo y en todo caso siempre serán como las pequeñas barcas que pueden ver, a
cercarse y recoger a
esos náufragos excluidos por el sistema y tal vez iniciar nuevas singladuras y caminos a
lternativos.
Y termino. Primero con una llamada de a
dvertencia e interpelación. Es la as
everación de Levinas cuando dice que “casi siempre llegamos tarde a
la cita con el prójimo”. Y en segundo lugar con una llamada a
la esperanza, con una esperanza a
ctiva y comprometida. La que nos dirige García Roca cuando a
firma que García Roca “la contracultura de la solidaridad nos ubica en el horizonte del futuro”.
El Tercer Sector es una expresión viva y cargada de nobleza humana. Surge de la sensibilidad de muchas personas. Sabemos que no habrá verdadera transformación social si no parte de la vida de cada uno. En este empeño que es una carrera de fondo, valen mucho los pequeños pasos de la vida cotidiana. En el mundo de la pobreza y el sufrimiento, lo a
parentemente pequeño tiene otra dimensión, sobre todo cuando va envuelto en entrega y a
fecto. Es bueno recordar a
quello de que “en muchos lugares pequeños, mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, lograron cambiar el mundo”.
Creemos, pues, en esa tarea urgente e insoslayable de contribuir a
una sociedad con valores a
lternativos, siendo pequeña sociedad de contraste para poder experimentar que la utopía es realizable y se puede materializar primero en uno mismo y también a
través del valor de a
cciones significativas y con el progresivo empoderamiento de las personas a
nuladas y excluidas. Para ello resulta vital la a
portación de todos, para seguir construyendo sobre roca, la roca del propio testimonio, la roca de la congruencia y la honestidad, tal vez empezando por nosotros mismos y en la línea de la interpelación que Cáritas ha lanzado a
todos en la última campaña: “Vive sencillamente, para que otros, sencillamente puedan vivir”.