SITUACIÓN DE LOS MERCADOS FINANCIEROS Y BANCARIOS Y SU INCIDENCIA EN LA ECONOMÍA FAMILIAR Y SOCIAL – M.ª C
armen Gallastegui Zulaica – Catedrática de Teoría Económica de la Universidad del País Vasco
Esta ponencia aborda la importancia que los mercados financieros y bancarios tienen sobre las economías familiares y la economía social. Para ello se trata de ilustrar c
ómo la forma en que toman sus decisiones las familias, las empresas y el sector público exigen disponer de un sistema financiero que permita tener éxito en los objetivos de c
recimiento y logro del bienestar social. La ponencia aborda también la importancia de la regulación de este sector, el financiero, así c
omo las enseñanzas que se han derivado de esta c
risis, también denominada Gran Recesión que todavía sin c
oncluir ha exigido, entre otras políticas, el diseño de una nueva regulación para el sector financiero y bancario.
En la sección I de Introducción se esbozan las ideas más importantes que permiten entender la relevancia del sector financiero para el progreso del sector real. En la sección II se aborda el tema de la regulación del sector, los fundamentos de la misma y su importancia. La sección III hace un breve repaso a la regulación existente; De Basilea I a Basilea III. La sección IV aborda los efectos c
uantitativos de la c
risis financiera sobre el c
rédito y el empleo. La sección V c
oncluye c
on un repaso a la situación actual y al proceso seguido hasta llegar al momento presente.
I. INTRODUCCIÓN
Los agentes económicos, familias, empresas, gobierno, que actúan en la actividad económica real han de tomar decisiones sobre c
uánto producir, c
uánto c
onsumir y por tanto sobre c
uanto intercambiar, ahorrar, trabajar, etc.
En los procesos de intercambio y de producción las decisiones de los agentes (consumidores, empresarios) se suelen ajustar a una estructura temporal determinada que no tiene por qué c
oincidir c
on la disponibilidad de recursos. El ejemplo más evidente es el de un agente económico, supongamos una familia, que quiere prestar sus ahorros a un plazo c
orto y que no puede ponerse de acuerdo c
on un empresario que necesita esos fondos a un plazo más largo para poder producir, c
ontratar o invertir.
Esta necesidad de intercambiar recursos en el tiempo y la necesidad de hacer c
oincidir los plazos que los agentes, ahorradores y prestatarios, precisan para sus planes es lo que da lugar a la aparición de las operaciones financieras.
El deseo de intercambio y de producción de bienes explica, por tanto, la existencia de activos financieros y es la necesidad de estos activos la que establece un vínculo entre la economía real y la economía financiera. En palabras de Trujillo, C
uervo y Arango (1995) “El precio y la disponibilidad de medios financieros c
ondiciona las decisiones individuales y c
olectivas tanto de producción c
omo de c
onsumo”.
Lo que hacemos los c
onsumidores c
on nuestro flujo de ingresos (rentas obtenidas del trabajo o del c
apital) tiene una estructura temporal que ha de c
ompatibilizarse c
on el flujo de nuestros gastos. Ahorramos hoy para poder c
onsumir mañana e, inversamente, pedimos c
rédito para c
onsumir hoy c
on c
argo a los ingresos de mañana. Los activos financieros son los que permiten este tipo de c
onductas trasladando c
apacidad de c
ompra del presente al futuro y viceversa.
Las empresas tienen un c
omportamiento similar. En el proceso de producción también han de c
ompatibilizar su flujo de ingresos y gastos; C
uando la empresa produce se le generan desfases temporales que le obligan a endeudarse y a pedir c
réditos temporalmente. C
uando la empresa decide invertir ocurre algo similar. La inversión tiene que ser financiada para lo que a menudo necesita obtener recursos hoy, que se transforman en c
apital productivo que, a su vez, generará un flujo de ingresos futuros.
El tercer agente económico de una economía mixta, el gobierno, lo hemos aprendido bien durante estos años de recesión, genera déficits y superávit bien c
omo c
onsecuencia de desequilibrios presupuestarios o bien c
omo c
onsecuencia de desfases temporales entre sus ingresos y sus gastos. En este último c
aso los déficits o superávits serán transitorios. En c
ualquier c
aso también precisa de activos financieros.
En este c
ontexto la actividad financiera afecta a la actividad real y lo hace a través de los precios de los activos y la disponibilidad de estos.
Los préstamos y c
réditos pueden ser c
aros, baratos, abundantes, escasos y la política financiera que regula la forma en que han de funcionar estos mercados lo que hace, de forma indirecta, es redistribuir recursos reales entre agentes económicos.
Huelga decir que la actividad financiera en general, que abarca tanto a activos c
omo a los intermediarios, a mercados y a la intervención pública (regulación) c
ondiciona, de manera vital, la actividad real pero no puede, en ningún c
aso, suplantarla.
Lo que hemos vivido durante estos años de recesión (2008-2013) deja bien c
laro que la c
risis, que c
omenzó siendo financiera y se transformó en real c
on graves impactos en el empleo, en la producción y en el bienestar c
iudadano está exigiendo un “saneamiento” de las finanzas privadas y públicas para poder reactivar la producción y el empleo.
La actual c
risis económica c
omenzó a manifestarse c
on fuerza a mediados de 2007 y produjo una rapidísima reacción que llevó a una situación de emergencia global. Aunque su origen fue financiero y, en principio, localizado en EE. UU., la sacudida que produjo se transmitió rápidamente en dos direcciones: geográficamente, a muchos países y, en el terreno económico, del ámbito financiero al de la economía real.
Existe un gran c
onsenso en torno a la c
reencia de que la actual c
risis está directamente relacionada c
on “la tendencia, predominante hasta un pasado reciente, de c
onfiar en el funcionamiento del mercado financiero y en su c
apacidad de autorregulación.” Esta tendencia, c
ondujo a la desregulación, privatización y liberalización de los mercados financieros.
El resultado final de la autorregulación del mercado ha sido la producción de “basura” y de “burbujas” que han acabado por c
ontaminar y reventar todo el sistema.
Curiosamente, para salir de la c
risis los Gobiernos han tenido que rescatar a los mercados e instituciones financieras de su auto-debacle, mediante una ingente inyección de dinero público. De la noche a la mañana, hemos pasado de actuaciones basadas en “cuanto menos Gobierno, mejor” a otras c
ompletamente distintas. Que exigen que los Gobiernos deban actuar de forma urgente para evitar un desastre.
Es obvio que se precisa refundar el sistema financiero internacional sobre nuevas bases.
Otro fenómeno inquietante, sobre el que c
onviene reflexionar, ha sido la importancia c
reciente del sector financiero en el c
onjunto de la economía. En los últimos veinticinco años el sector financiero ha c
recido en tamaño, en número y tipo de operaciones, y también en beneficios. Aun siendo c
ierto que el sistema financiero juega un papel c
lave e insustituible, su c
recimiento exagerado no ha guardado relación c
on el c
onjunto de la economía. Se ha producido una c
reciente separación entre industria financiera y economía real que ha de ser examinada y evaluada a la luz de la c
risis.
La innovación financiera ha avanzado notablemente, c
olaborando así a la mejora de la economía; sin embargo, hay que distinguir c
on c
laridad este factor positivo de los perniciosos efectos c
ausados por c
iertas prácticas de “ingeniería financiera” sin las que probablemente la c
risis, de producirse, habría sido mucho menos virulenta.
Las c
onsecuencias ya las c
onocemos. Hemos experimentado el c
olapso financiero que ha propiciado un parón en los sectores inmobiliario e industrial, seguimos, al menos en el c
aso vasco y español c
on una sequía de inversiones en bienes y equipos, un rápido incremento del desempleo, fuerte c
ontracción del c
onsumo, brusca c
aída de los ingresos fiscales, déficits presupuestarios inasumibles. A la postre estos años de c
risis han significado el desastre para muchas personas y familias que han perdido su trabajo y sus ingresos, y ven c
on angustia la disminución e incluso desaparición de las ayudas sociales.
En esta c
risis nos ha fallado la regulación en el sector financiero, nos han fallado las instituciones que nos han estado a la altura de los retos e incluso. Para muchos, nos ha fallado también nuestro sistema de valores.
Desde un punto de vista académico hay que reconocer que una teoría económica, excesivamente permisiva c
on los mecanismos propios del mercado, ha favorecido un relajamiento de las más elementales normas técnicas que guían la asunción y evaluación de riesgos; pero, a su vez, esa relajación no ha sido exclusivamente técnica, sino también propiciada por una serie de c
omportamientos que manifiestan fallos morales.
De todo lo anterior se desprende que la no regulación del sector financiero es algo a tener muy en c
uenta. Me detendré en las razones que explican esta importancia.
II. LA IMPORTANCIA DE LA REGULACIÓN
En teoría económica se acepta que, en c
ondiciones en las que los agentes económicos no disponen de información perfecta, existen efectos externos, nos encontramos en presencia de bienes de naturaleza pública y no existe c
ompetencia perfecta en los mercados, puede esperarse que el resultado del funcionamiento de los mercados no sea eficiente. Por el c
ontrario se obtendrá un resultado en el que la producción, el empleo, la actividad económica y el bienestar social será inferior al que podría obtenerse si los mercados funcionaran en las c
ondiciones idóneas.
Este es un c
onocimiento c
omúnmente aceptado por los economistas, aunque en muchas ocasiones reales parece que no sabemos discernir c
uándo mercados están funcionando en c
ondiciones que son o no son perfectas.
Los mercados financieros tienen una c
aracterística específica que hace que en los mismos la regulación sea, si c
abe, más importante que en otros mercados. Esta c
aracterística no es otra que el tipo de transacciones que se realizan en los mismos y que básicamente c
onsisten en el intercambio de flujo de dinero presente c
ontra flujos de dinero futuros. Este tipo de transacciones, que involucran a muchos agentes, implican que la quiebra de una entidad financiera puede afectar a todos los inversores y que el funcionamiento c
orrecto del sistema financiero exija que el riesgo de quiebra y el riesgo de fraude sean prácticamente nulos.
Además las transacciones financieras, es decir los c
ontratos entre una entidad financiera y un inversor, pueden adoptar formas variadas. Por ejemplo, pueden prometer al inversor una rentabilidad fija, piénsese en las c
uentas c
orrientes c
uya rentabilidad no depende de la evolución de los mercados financieros, o pueden remunerar al inversor en función del rendimiento de una serie de activos (los fondos de inversión por ejemplo). Por eso las entidades financieras se distinguen dependiendo de si los c
ontratos que proponen son o no bancarios porque el riesgo de unos y otros varía.
He mencionado tres razones básicas por las c
uales se justifica la necesidad de regular los mercados.
No voy a entrar a discutirlas en profundidad pero sí quiero dedicar unos párrafos a desarrollar los aspectos que son fundamentales en la determinación de la posible eficiencia o no de los mercados financieros que tanta influencia tienen en la economía real.
Consideremos la asimetría informacional que c
ubre dos tipos de situaciones:
i) la situación en la que existe selección adversa; y
ii) la situación en la que se produce riesgo moral.
Ambas posibilidades afectan a la forma en que se c
omportan los agentes económicos en mercados c
ompetitivos.
Cuando existe selección adversa lo que ocurre es que un agente que no está informado se halla frente a agentes bien informados. El ejemplo típico para explicar este tipo de situaciones es el que propuso George A. Akerloff (1970) en su artículo sobre el mercado de c
oches de segunda mano.
La situación de riesgo moral es la que se produce c
uando un agente puede ser c
apaz de influir sobre una variable que determina las ganancias que otro agente obtiene y que c
onstituye una variable que este último agente no puede observar. Por ejemplo, si el nivel de esfuerzo realizado por alguien c
uando está trabajando por c
uenta de otro no es observable, nos enfrentamos a un problema de riesgo moral.
El problema c
on los mercados financieros es que además de sufrir de asimetrías informacionales c
omo las que acabo de apuntar, sufren también de una falta de c
ompetencia en los mercados (las instituciones financieras suelen tener c
ierto poder de mercado) y para más inri existen efectos externos; si una institución financiera quiebra normalmente aumenta la probabilidad de quiebra de las otras. La regulación, por tanto, es imprescindible.
Pero regular es, a la postre, establecer un límite a la c
apacidad de acción de una empresa, una institución financiera o un agente individual. Es imprescindible hacerlo bien y hay que tener en mente que las posibilidades de la regulación y los instrumentos a utilizar son muchos y variados.
Se puede, por ejemplo, regular c
omportamientos, es decir actividades de las empresas en su acepción más amplia. Se puede regular estructuras y determinar c
ómo se va a organizar el mercado: niveles de c
apital mínimo, barreras de entrada, separación entre bancos c
omerciales y bancos de negocios, etc. Se puede utilizar unos instrumentos y otros. Las diferencias entre una y otra forma de regulación son en ocasiones c
ruciales.
Las innovaciones tecnológicas, institucionales y de instrumentos financieros que revolucionaron los ambientes bancarios en los 80 y 90 del pasado siglo, junto c
on los procesos de internacionalización de los mercados e integración de las economías c
onllevaron c
ambios profundos en la regulación del sector bancario en la mayoría de los países desarrollados.
Algunos de los c
ambios: eliminación de las barreras de entrada y de expansión geográfica, el abandono de los c
ontroles de los tipos de interés, la ruptura de las especializaciones forzosas en el negocio bancario, etc. se c
aracterizaron por tener un sesgo “desregulador”.
Pero también hubo otros c
ambios: los nuevos requerimientos de recursos propios, la nueva normativa en materia de supervisión y vigilancia de las entidades de c
rédito…, c
ambios que introdujeron nuevas restricciones y un mayor grado de disciplina y de c
ontrol.
Globalmente la dinámica de la regulación bancaria se desarrolló, simultáneamente, en dos vertientes, una de desregulación y otra de re-regulación.
En aquellos años se hablaba de tres tipos básicos de regulación. La regulación legal, la moral y la auto-regulación. En los noventa se mantenía que eran dos los objetivos que habían de guiar la política de regulación legal y moral de las autoridades de los países desarrollados.
i) El fomento de la c
ompetencia y de la liberalización (desregulación en áreas c
omo la especialización, precios, c
onglomeración, entrada a la industria y expansión geográfica) para dotar al sector bancario de flexibilidad ante las innovaciones e integración financiera a fin de lograr mayores niveles de eficiencia.
ii) La introducción de nuevas formas de política prudencial y de c
ontrol (re-regulación en áreas c
omo operativa y prudencia bancaria, régimen de propiedad, y c
ontabilidad, auditoría e información) para asegurar la estabilidad financiera minimizando la probabilidad de quiebras generalizadas.
En resumen, se perseguía que, en las nuevas c
ircunstancias, el sector bancario alcanzase una c
ombinación de eficiencia y de riesgo aceptable desde un punto de vista social. Esta filosofía impregnaba las Recomendaciones y Directivas que la C
EE elaboró al objeto de armonizar progresivamente la regulación bancaria de los países miembros y poder facilitar la formación del mercado c
omún bancario.
El c
ambio c
omenzó a desde mediados de los años noventa a mediados de la primera década del presente siglo. Y esto es lo que ha originado una verdadera hecatombe. ¿Por qué una falta de regulación ha podido propiciar tal estropicio?
La intervención del gobierno en el sector financiero se justifica, al final de todas las razones ya aducidas c
on anterioridad, por “la c
onveniencia de garantizar el enorme valor social que la industria bancaria aporta a la economía”.
La producción de liquidez y la transformación de riesgos, llevadas a c
abo por los bancos y c
ajas mediante c
ontratos de depósitos mantenidos c
on confianza, hacen posible el encuentro entre el ahorro y la inversión, lo que es imprescindible para el c
recimiento. Sin embargo la falta de una información c
ompleta sobre la gestión de los bancos siembra en los depositantes el sentimiento de la desconfianza.
El arte de la política bancaria c
onsiste en i) promover la c
onfianza de los depositantes, de forma socialmente eficiente, es decir, sin despilfarros y c
on equidad. Se trata de ii) evitar no solo que los depositantes c
orran c
ontra los bancos, sino también que los depositantes y los bancos, mediante c
onductas negligentes o imprudentes, lo hagan c
ontra el gobierno y los c
ontribuyentes y asimismo iii) que los bancos menos arriesgados sean atropellados o paguen por los más temerarios.
Como pueden imaginar el reto es muy c
omplejo. El análisis en detalle de toda la problemática queda fuera del alcance de esta ponencia. Destacaré tres aspectos (José M.ª Pérez de Villarreal y M.ª C
armen Gallastegui):
1. En un c
ontexto de ahorradores inciertos ante sus futuras necesidades de liquidez, las empresas, aun siendo solventes, tendrán dificultades para llevar a c
abo sus planes de financiación ya que demandan recursos a unos plazos más largos que los deseados por los primeros, dada su aversión al riesgo de iliquidez.
Estos riesgos no son del todo asegurables al existir un problema de “selección adversa” que es típico de un mercado de seguros c
uando no pueden discernirse c
on objetividad los individuos de baja o de alta c
alidad de riesgo. El c
ontrato de depósitos puede permitir c
ubrir esta laguna. Ofertado indiscriminadamente sus c
aracterísticas se ajustan a las necesidades de ambas c
lases de ahorradores. Por su disponibilidad inmediata es un instrumento adecuado para los que tienen problemas de liquidez y por su rentabilidad es un incentivo para quienes no lo tienen para mantener su dinero en el banco. C
on este nuevo instrumento los bancos pueden c
ompletar los mercados.
Pero el c
ontrato de depósito puede llevar a otra situación no deseable, en la que los depositantes, incluso aquellos que preferirían mantener sus depósitos en el banco, acaban retirándolos por temor a una quiebra bancaria. Esto implica, de hecho, la existencia de dos equilibrios diferentes: uno bueno, basado en la confianza, y otro malo, c
aracterizado por una desconfianza que provoca la c
risis bancaria, c
on pérdidas notables de bienestar.
El c
ontrato de depósito, por tanto, no elimina el incentivo a c
orrer c
ontra el banco ante c
ualquier indicio de problemas.
Solo si el c
ontrato de depósito se enriquece c
on c
lausulas y detalles adicionales que mantengan la c
onfianza se podrá eliminar el “equilibrio malo”.
2. La actividad bancaria c
onsiste, también, en transformar activos de gran riesgo en otros de menor riesgo. Supóngase que las empresas demandantes de fondos difieren en grados de solvencia. En un mundo de información asimétrica los ahorradores, aun no teniendo problemas de liquidez, se mostrarían reticentes a prestar su riqueza indiscriminadamente. Los bancos, sin embargo, aprovechando las economías de información pueden reducir estos c
ostes de selección y vigilancia. C
onsecuentemente, los depositantes delegan en ellos esta función aunque sin renunciar a su vez a valorar c
ríticamente a los propios bancos. Desde esta perspectiva, los bancos, en c
ondiciones de información asimétrica, c
onsiguen transformar activos arriesgados en otros de menor riesgo y, por tanto, más aceptables para los ahorradores.
Esta organización financiera sigue siendo vulnerable; los depositantes tienen incentivos a c
orrer c
ontra el banco ante c
ualquier indicio de problemas c
uyo foco está ahora c
entrado en el c
olectivo de deudores seleccionados, vigilados y c
onsolidados por el propio banco. Los arreglos necesarios debieran c
aracterizarse en estas c
ircunstancias por proteger al depositante del c
olectivo de deudores del banco y los c
ostes debieran recaer en estos.
3. Pero es que, además, las c
risis bancarias no afectan solo a los depositantes, a los bonistas o a los accionistas de los bancos c
on problemas sino que también afectan a los otros bancos. Existen efectos externos interbancarios y c
omo c
onsecuencia las c
risis bancarias afectan no solo a los que hacen uso directamente de los servicios bancarios sino a todos aquellos agentes económicos involucrados por motivos transaccionales en el mecanismo general de pagos.
Una c
risis que bloquee este mecanismo generará indudablemente un c
oste social mayor que el valor de los depósitos pero el sector bancario, al guiarse única y exclusivamente por los c
ostes privados, infravalorará el c
oste social.
Antes de terminar este apartado quiero c
omentar algo que José M.ª Pérez de Villarreal, escribía en el epílogo a un ensayo que escribimos juntos en 1992 y que tiene c
omo título “Política de Intervención y de Regulación Bancaria: El c
aso español”.
Como algunos recordarán en el otoño de 1991 ocurrieron hechos que afectaron a la política bancaria española. Se produjeron dos hechos, el del Banco Europeo de Finanzas (BEF) y el del Banco de C
rédito y C
omercio Internacional (BCCI), que preocuparon seriamente y aumentaron la sensibilidad hacia las c
risis bancarias.
En el epílogo del ensayo al que me he referido se dice:
“La c
risis del BEF advierte que de poco sirve una regulación bien diseñada si puede eludirse mediante innovaciones financieras, desarrollo de operaciones fuera de balance y sobre todo c
on artificios c
ontables”.
Hoy más que nunca urge valorar c
on c
orrección los verdaderos riesgos bancarios, c
ontabilizarlos c
on fidelidad y pulcritud y auditarlos c
on veracidad e incluso c
on mayor responsabilidad. “Quizá c
onvenga, también, dedicar mayores recursos y esfuerzos a la inspección bancaria”.
Lo que parece fuera de toda duda es la c
onveniencia de hacer más responsables de las c
risis bancarias y de su c
oste de prevención a las diferentes partes directamente involucradas, desde los depositantes hasta los accionistas pasando por los directivos y los auditores, en descargo de la sociedad en su c
onjunto y en especial de los c
ontribuyentes. C
reo que c
oincidirán c
onmigo en que estas reflexiones y c
onsejos de 1991 siguen siendo de plena validez. Se ha demostrado que c
ambiar la dinámica de los sistemas regulatorios es muy c
ostoso.
Paso a analizar la regulación existente en el sector financiero haciendo un breve recorrido entre lo que se c
onoce c
omo Basilea I y Basilea III.
III. LA REGULACIÓN EXISTENTE. DE BASILEA I A BASILEA III
En diciembre de 1974 el C
omité de Basilea c
ompuesto por los gobernadores de los Bancos C
entrales del G-10, aprobó el primero de los Acuerdos de Basilea. Un c
onjunto de recomendaciones alrededor de una idea principal: establecer un c
apital mínimo para las entidades bancarias basado en los riesgos que afrontaban.
La principal limitación de Basilea I que dio lugar a que se aprobara Basilea II en torno a 2004 era:
i) su insensibilidad a las variaciones de riesgo; y
ii) su ignorancia de una dimensión esencial, la c
alidad c
rediticia y por tanto, la diversa probabilidad de incumplimiento de los distintos prestatarios.
En Basilea I se c
onsideraba que todos los c
réditos tenían la misma posibilidad de incumplimiento. Se aprendió que esta hipótesis de partida no era buena sino que c
onstituía una gran limitación.
El nuevo c
onjunto de recomendaciones de Basilea II pretendía superar esta limitación y se apoyaba en los siguientes tres pilares:
Pilar I: El c
álculo de los requisitos mínimos de c
apital.
Constituye el núcleo del acuerdo y tiene en c
uenta la c
alidad c
rediticia de los prestatarios (utilizando ratings externos o internos) y añade requisitos de c
apital por el riesgo operacional.
Pilar II: El proceso de supervisión de la gestión de los fondos propios.
Este pilar permitía a los organismos supervisores nacionales incrementar el nivel de prudencia exigido a los bancos que están bajo su jurisdicción. Además deben validar tanto los métodos estadísticos empleados para c
alcular los riesgos de mercado así c
omo la suficiencia de los niveles de fondos propios para hacer frente a una c
risis económica. Los organismos reguladores nacionales podían obligar a las entidades a incrementarlos en función de los resultados.
Esto obligaba a los bancos a:
i) almacenar datos de información c
rediticia durante períodos de 5 a 7 años;
ii) garantizar su adecuada auditoría;
iii) superar pruebas de “stress”.
Además se exigía a la alta dirección del banco que se involucrase activamente en el c
ontrol de riesgos y en la planificación futura de las necesidades de c
apital.
Esta autoevaluación de las necesidades de c
apital debe ser discutida entre la alta dirección y el supervisor bancario. El banco es libre para elegir la metodología para su autoevaluación, por lo que puede c
onsiderar otros riesgos que no se c
ontemplan en el c
álculo regulatorio: riesgos de c
oncentración y/o diversificación, riesgo de liquidez, riesgo reputacional, riesgo de pensiones, etc.
Pilar III: La disciplina de mercado.
El acuerdo estableció normas de transparencia y exigió la publicación periódica de información acerca de su exposición a los diferentes riesgos y la suficiencia de sus fondos propios. El objetivo era:
i) la generalización de las buenas prácticas bancarias y su homogeneización internacional;
ii) la reconciliación de los puntos de vista financiero, c
ontable y de la gestión del riesgo sobre la base de la información acumulada por las entidades;
iii) la transparencia financiera a través de la homogeneización de los informes de riesgo publicados por los bancos.
Las imperfecciones del modelo se han puesto de manifiesto c
on la c
risis económica actual sobre todo c
on el sistema de c
ontrol de riesgos. De ahí que se trabaje y se haya trabajado en las posibles mejoras.
Cuando se desató la tormenta sub prime en el verano del 2007 se sembró la desconfianza entre las entidades financieras de todo el mundo y se puso en evidencia el fracaso de la anterior regulación. Los esfuerzos de los reguladores por medir mejor los riesgos bancarios habían sido en balde y muy pronto se vio la necesidad de reelaborar las definiciones y exigencias en materia de recursos propios.
El c
onjunto de propuestas de reforma de la regulación bancaria c
onocida c
omo Basilea III fue publicado a partir de diciembre de 2010.
Basilea III es una pieza c
lave pero no la única del programa mucho más amplio c
oordinado por el C
onsejo de Estabilidad Financiera que pretende c
onstruir un sistema financiero más seguro y resistente a tensiones.
En c
ualquier c
aso la mejora de la regulación resulta esencial pero no es más que una pieza del puzle.
La promoción de la estabilidad financiera exige también un marco de política amplio, en el que la política prudencial es solo uno de sus c
omponentes. Hay que añadir las políticas macroeconómicas (monetaria o fiscal) c
laves para el fomento de la estabilidad financiera.
Durante el período de gran c
recimiento económico en la década de los noventa y parte del c
omienzo del nuevo siglo que dio lugar a un c
recimiento simultáneo en EE. UU. y en algunos países europeos, del que España es un ejemplo paradigmático, fueron c
reciendo y entrelazándose dos burbujas unidas entre sí; la burbuja financiera y la inmobiliaria. Esta c
risis financiera ha originado múltiplos efectos. Me detendré en algunos análisis que se han preocupado por medir la influencia de la c
risis financiera sobre dos variables relevantes que nos preocupan a todos. El paro y los c
réditos a las PYMES. Ambas variables importan y mucho porque son sin duda c
ondicionantes del retraso en la recuperación.
IV. LOS EFECTOS DE LA C
RISIS FINANCIERA SOBRE EL EMPLEO Y EL C
RÉDITO
El gráfico es muy ilustrativo de lo que ha acontecido en el período 2004-2012.Es difícil que en esta situación pueda esperarse otra c
osa que no sea una gran recesión c
omo la que estamos viviendo.
Fuente: Banco de España.
IV.II. Sobre las Pymes
El Banco Mundial informaba este año del siguiente dato:
De 185 países analizados España ocupa la posición 44 en el índice de “facilidad para hacer negocios”.
En este índice intervienen muchas variables: trámites para la exportación, c
oste de c
rear un negocio, facilidad para obtener c
réditos, y desde luego, la facilidad o dificultad que encuentran las empresas en su financiación.
Este último indicador es en el que me voy a fijar; según el Banco Mundial España se encuentra en la posición 53 en la facilidad para obtener c
rédito lo que dota de sentido al análisis de las dificultades de financiación de pequeñas y medianas empresas.
Galindo y Mico (2011) realizan un análisis en el que observan el origen de la financiación de las empresas en función de su tamaño. Disponen de datos de 61 países para el año 2000 y c
oncluyen:
crédito bancario. En España este porcentaje se eleva al 20%.
Cuando el análisis de los datos se c
entra en las empresas exportadoras las diferencias entre pequeñas y grandes empresas son todavía mayores, el 18,7% para las PYMES y el 60,7% para las grandes.
Vistos los datos la pregunta que surge es inmediata. ¿Por qué existen estas diferencias?
Los autores llegan a la c
onclusión que la financiación bancaria c
rece c
on la transparencia y /o la protección a los acreedores.
Esto permite pensar que quizá c
uando las empresas mantienen una relación estable c
on una institución financiera, lo que permite el mejor c
onocimiento y por tanto la transparencia, la facilidad para obtener c
rédito será mayor. Y además se puede c
onjeturar que este hecho será particularmente relevante en el c
aso de las PYMES.
He leído un estudio realizado c
on información de empresas italianas (Franzoni y otros 2012) que señala que lo que se observa es que las empresas que trabajan principalmente c
on una única institución financiera tienden a innovar más y a internacionalizar más su actividad. Es decir se enfrentan a menores dificultades de c
rédito.
Esta es también la c
onclusión obtenida por De Mitri et al (2010) que demuestran que las empresas que obtuvieron c
rédito de un mayor número de bancos sufrieron, por término medio, una mayor reducción del c
rédito bancario que aquellas que mantenían una relación de largo plazo c
on una única entidad financiera.
Podemos pues c
oncluir que hay argumentos que mantienen que una relación banca empresa sólida reduce los efectos de las restricciones financieras y, por c
onsiguiente, disminuye la probabilidad de quiebra de la empresa. En la literatura a este tipo de relación se le denomina “crédito relacional”. El c
rédito relacional se basa en el desarrollo de información detallada obtenida a través de un c
ontacto repetido a lo largo de varios períodos c
on la empresa y en el que se hace un esfuerzo por obtener lo que se denomina información blanda (honestidad, c
apacidad de gestión del empresario, diligencia profesional, etc.).
De los datos aportados se deduce que no estaría de más trabajar en la dirección de proveer el máximo de información y de seguridad jurídica a las instituciones acreedoras en general. Esto c
onstituiría un movimiento en la buena dirección que puede ayudar a reducir las diferencias entre grandes y pequeñas empresas a la hora de obtener financiación. (Llobet, Gerard (2013).
Además se pueden obtener c
onclusiones acerca del papel que las c
ajas de ahorros, una vez producida la reestructuración bancaria en España, pueden ejercer manteniendo y potenciando los valores tradicionales de la banca relacional tradicional.
IV.III. Sobre el empleo
Una de las maneras de analizar el efecto que la c
risis del sector financiero está originando en las familias es a través de c
omprobar el efecto que esta c
risis está teniendo sobre el empleo. Un trabajo de Samuel Bentolila y Marcel Jansen titulado ¿Cuánto empleo ha destruido la falta de c
rédito en España? intenta dar respuesta a esta importante pregunta.
Los autores empiezan por reconocer que medir el impacto que la falta de c
rédito para las empresas c
ausa en el empleo es tarea difícil porque no hace falta recapacitar mucho para darse c
uenta de que el empleo no solo varía por la falta o no de c
rédito sino por c
ondiciones que se presentan por el lado de la demanda. Si no hay demanda para los productos de las empresas el empleo también c
ae sin que el c
rédito haya ejercido ninguna influencia. Es pues necesario aislar ambos efectos.
Si se excluye la c
onstrucción y sectores afines que han experimentando un desplome en la demanda y si el análisis del resto de los sectores se c
oncentra en la relación c
rédito-empleo el resultado es demoledor.
En el sector privado no financiero los autores estiman que entre 2006 y 2010 las empresas que trabajaban principalmente c
on las entidades de c
rédito que más han restringido el c
rédito, –las c
ajas de ahorros intervenidas– la destrucción de empleo oscila en un intervalo amplio –entre el 18% y el 35%– del empleo.
En el Informe de Estabilidad Financiera de mayo de 2013 se ofrece información sobre las tasas de aceptación de solicitudes de c
rédito para empresas no financieras distintas de la c
onstrucción y promoción inmobiliaria. En el gráfico se distingue entre el tipo de entidades (Grupo I y resto). Se observa el desplome de la financiación recibida por las empresas que puede ser debido o a que los bancos no están dando c
rédito o a que hay una menor demanda de c
rédito porque las empresas tienen menos oportunidades de negocio.
La verdad es que a juzgar por la información disponible la primera hipótesis parece dominar a la segunda. Los bancos españoles que se endeudaron mucho durante la expansión de 1995-2007 (prestando tanto a empresas c
omo a familias) experimentaron a partir de 2008 aumentos de sus tasas de mora, lo que les ha hecho experimentar grandes dificultades para refinanciarse y han tenido que hacer frente a la recapitalización necesaria.
En el período 2002-2006 se c
oncedían alrededor de un 40-50% de los c
réditos solicitados. A partir de esa fecha los bancos pasaron a c
onceder en torno a un 30% de los c
réditos solicitados.
Los autores del estudio al que me estoy refiriendo destacan el c
omportamiento de los bancos englobados en el Grupo I (entidades resultantes de las antiguas c
ajas de ahorros ahora c
ontroladas por el FROB; Bankia, C
atalunya Banc y NCG Banco….).
Estas c
ajas de ahorros que fueron intervenidas c
oncedían hasta 2004 más c
rédito que el resto de entidades del sector pasando a c
onceder mucho menos más adelante.
Las instituciones financieras argumentan que sus c
réditos han disminuido porque las demandas de c
rédito a las que se enfrentan c
onstituyen proyectos de inversión de mala c
alidad por lo que a la hora de juzgar lo que está pasando c
on el c
rédito es preciso mirar no solo a las entidades financieras sino también a las empresas.
Cuando se utiliza esta aproximación los resultados que se obtienen también llaman la atención.
Así, las empresas que dependían del c
rédito de las c
ajas de ahorro, que luego fueron intervenidas, sufren una c
aída del empleo mayor que empresas que no dependían tanto de esas c
ajas. El grafico ilustra esta c
onclusión.
Estos resultados dejan bien c
laro que la recuperación del acceso normal al c
rédito de las empresas es fundamental para que el empleo c
omience a recuperarse.
Vayamos ahora a mirar a los efectos de la falta de c
rédito sobre las PYMES algo sobre lo que se habla c
otidianamente.
V. SITUACIÓN ACTUAL. LAS MEDIDAS REGULATORIAS MÁS RECIENTES
El RD-ley 9/2009, de 26 de junio, sobre “reestructuración bancaria y reforzamiento de los recursos propios de las entidades de c
rédito” c
onstituye la primera piedra sobre la que se ha instrumentado la reforma del sector bancario en España.
En este RD se c
reó el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria).La reforma se orientó hacia una “estructuración” a través de movimientos de integración antes de pasar a un reforzamiento de la solvencia, que se preveía y así ha quedado demostrado iba a necesitar de ayudas públicas.
Supuso un c
ierto retraso en el proceso de recapitalización de las entidades y en c
ualquier c
aso dio lugar a una nueva reforma en 2010 debido a las dificultades que debido a su naturaleza tenían algunas entidades (cajas de ahorros) para acceder al mercado de c
apitales.
El RD-Iey 11/2010 de “órganos de gobierno y otros aspectos del régimen jurídico de las c
ajas de ahorro” supuso un importante c
ambio normativo que intentaba proporcionar a las c
ajas nuevas fórmulas de c
onfiguración jurídica para poder acceder al c
apital en forma de acciones. Se intentaba facilitar la entrada de c
apital privado en las c
ajas de ahorros
A medida que avanzaba la reestructuración se ponía en evidencia que una parte importante del sector bancario iba a necesitar mayor ayuda que la se había previsto inicialmente para su proceso de recapitalización. Y esto es lo que explica las varias iniciativas de reforma a lo largo de 2011 y 2012:
−RD-ley 2/2011 de “reforzamiento del sistema financiero”.
−RD-ley 2/2012 de “saneamiento del sector financiero”.
−RD-ley 18/2012 sobre “saneamiento y venta de los activos inmobiliarios del sector financiero”.
En la práctica todas estas iniciativas reguladoras y de restructuración bancaria llevadas a c
abo desde 2009 han supuesto grandes c
ambios en el sector en número de oficinas, en empleo, en número de entidades.
Santiago C
arbó y C
arlos Ocaña Pérez de Tudela en su artículo “Reestructuración bancaria, banca relacional y c
ajas de ahorros en España”, (perspectivas del Sistema Financiero, Nº106/2012,) proporcionan la siguientes tablas elaboradas c
on datos proporcionados por el Banco C
entral Europeo, la C
ECA y el Banco de España.
EVOLUCIÓN DE OFICINAS Y EMPLEADOS EN
LOS SECTORES BANCARIOS EUROPEOS
con un 6,8%).
considerado, equiparable a la registrada en Francia y superior a la del RU; Italia o Alemania. A falta de datos definitivos las previsiones apuntaban a que en 2012 y el presente año, el esfuerzo relativo de España aumentaría
con la aplicación de las medidas aceptadas al firmar el MoU (Memorandum of Understanding).
Cajas de Ahorros a principios de 2010 había en España 45
cajas. Después del proceso de integración han quedado 14 entidades o grupos de
Cajas de Ahorro.
NUEVOS INDICADORES DIMENSIONALES DE
LAS C
AJAS DE AHORROS FRENTE AL PROMEDIO DEL
SECTOR BANCARIO ESPAÑOL (2012)
(a) Dato c
orrespondiente a 2011.
Fuente: Santiago C
arbó y C
arlos Ocaña Pérez.
¿Significa toda esta restructuración que estamos ya a salvo y que nuestro sector financiero al ser solvente puede volver a jugar un papel prominente en nuestra recuperación económica y que podemos esperar que la liquidez del sistema y los c
réditos c
omiencen a fluir sin problemas?
Me temo que la respuesta tiene que ser c
autelosa. Es evidente que se ha llevado a c
abo una tarea de saneamiento y de restructuración del sector importante aunque no necesariamente acertada en todos sus aspectos. Todavía queda por terminar lo que algunos denominan la “reestructuración definitiva”.
Pero también está c
laro que el c
ontexto macroeconómico en el que se están desenvolviendo las economías europeas, en particular las economías del sur de Europa y por tanto la economía vasca y española, es todavía preocupante.
Mientras no se c
ambien c
iertas políticas y mientras no se eliminen las dificultades para la recuperación de la rentabilidad de las empresas y del sector financiero no habrá garantías de generación de empleo y de bienestar social.
BIBLIOGRAFÍA
Akerlof, George A.: The Market for “Lemons”: Quality Uncertainty and the Market Mechanism. The Quarterly Journal of Economics, vol. 84, nº 3 (August 1970) pp. 448-500.
Bentolila, S.; Jansen, M.; Ruano, S.; Jiménez Zambrano, G.: When C
redit Dries up: Job Losses in the Great Recession. Working Paper (2013).
Carbó Valverde, S. y Ocaña Pérez de Tudela, C
.: Reestructuración bancaria, banca relacional y c
ajas de ahorro en España. Perspectivas del Sistema Financiero. Nº 106/2012.
Franzoni, S. y otros: Relationships with Banks and Access to C
redit for Innovation and Internationalization of SMES. C
onferencia EARIE. September 2012.
Galindo y Mico: C
redit Protection and Information Sharing and Access to Finance of SMES: C
ross c
ountry evidence from survey data. Trabajo presentado en la 39 C
onferencia EARIE. September 2012.
LLobet, G.: Las restricciones financieras de las empresas españolas (2): Evidencia sobre las PYMES. “Nada es gratis”. Blog de Economía. 23/04/2013.
Pérez de Villarreal, J.M. y Gallastegui, M.C.: Política de intervención y regulación bancaria: El c
aso español. Servicio Editorial. UPV/EHU 1992.