Además de los recursos de compensación de costes, los Estados ponen recursos de apoyo a la crianza de hijos e hijas a disposición de las familias, que mediante ciertas infraestructuras y
servicios permiten compatibilizar la vida familiar, laboral y
personal, tanto mediante servicios prestados fuera del domicilio (como pueden ser las escuelas infantiles), como dentro de él (por ejemplo, los relativos al cuidado en el propio hogar).
Hablamos de sistemas esenciales para la conciliación de la vida familiar, laboral y
personal en general, pero especialmente trascendentes en el caso de familias vulnerables, como las monoparentales y
/o de bajos niveles retributivos, y
de las mujeres que quieren retornar a su carrera profesional. La inexistencia o el mal funcionamiento de estos recursos (por tener tarifas excesivas, por falta de plazas o por horarios laborales no alineados con los horarios de atención) dificultará todavía más sus posibilidades de conciliación y
de incorporación efectiva al mercado laboral.
En el caso de las mujeres, tal y
como indicábamos en el capítulo segundo, en un escenario de dualidad de ingresos entre la mujer y
el hombre y
en un contexto de suma de ingresos en el hogar, el resultante económico sigue siendo más beneficioso para la familia en la que es la mujer quien reduce su jornada o sale del mercado laboral, por sus ingresos menores. De hecho, como afirma Ortega-Gaspar (2012), en el caso de las mujeres “una cuestión fundamental para salir del mercado laboral es el alto coste de los servicios de cuidados a menores, que lleva a muchas mujeres al abandono del mercado laboral (especialmente a las de bajos salarios)”.
En los casos de las familias monoparentales, la situación es aún más dura, y
a que existe, tal y
como recoge COFACE (2008a), un claro riesgo de derivación hacia la exclusión social, impidiendo no solamente una mejora de su carrera laboral, sino su expulsión del sistema productivo, reproduciendo la espiral de pobreza en la que están inmersas estas familias.
Por tanto, un sistema completo, flexible y
compensado según el nivel de ingresos será la mejor forma de garantizar que todas las familias (independientemente de su tipología y
nivel de ingresos) puedan conciliar por igual y
, por tanto, que sus posibilidades de desarrollo socioeconómico no se vean mermadas por el mero hecho de querer conformar una familia.
Asimismo y
en el caso concreto de la CAPV, que este tipo de recursos sean útiles y
tengan un correcto funcionamiento serán claves en la mejora de la pirámide poblacional, y
a que, tal y
como muestran Rindfuss (2007), Baizán (2009) y
muy especialmente Esping-Andersen (2013), una “mayor disponibilidad de escuelas infantiles tiene un efecto favorable en la tasa de fecundidad” y
constituye “el instrumento político más eficaz para combatir la baja natalidad”, tal y
como sucede en los países del norte de Europa.
De hecho, referenciando al propio Esping-Andersen (2002), “aquellos países que fracasan en la armonización del empleo femenino y
la familia se encontrarán a futuro con desequilibrios (poblacionales) realmente importantes en las décadas futuras”.
A. Principales tipos de recursos. Sistemas formales y
no formales
La UE, buscando una mejora continua en el cuidado de la infancia y
en la conciliación de la vida laboral y
familiar, fijó en la Cumbre de Barcelona de 2002 unos objetivos para el cuidado infantil que establecían:
yel inicio de la edad escolar (cinco o seis años, dependiendo del país) tuviera acceso a sistemas de cuidado infantil.
Sin embargo, el cumplimiento de estos objetivos es desigual, variando enormemente la situación, y
a que una vez más cada país y
región presenta distintas realidades. En todo caso, intentaremos hacer una breve radiografía de los principales elementos destacables:
ymunicipios sí cubren el coste en su totalidad). En cambio, sí se trata de recursos en muchas ocasiones subvencionados
ycuyo coste suele variar según los ingresos familiares, existiendo grandes diferencias en el esfuerzo que han de hacer las familias dependiendo del país.
yotras no).
ya que en muchos casos son servicios ofrecidos por los gobiernos regionales o municipales en los que la antelación con la que ha de solicitarse el ingreso o el volumen de plazas presenta grandes variaciones.
El detalle por países sobre la oferta existente de estos modelos genéricos de atención puede consultarse en la tabla 8 del anexo 2, incluyendo información sobre tarifas, formas de pago, horarios, etc.
B. Niveles de cobertura. Sistemas formales y
no formales
Una vez conocida la oferta existente, es importante contrastarla con sus resultados. De acuerdo con datos de la Unión Europea (2008), a mitad de la implantación de los objetivos de Barcelona encontramos grandes diferencias por países.
Entre la infancia de menos de tres años –que, recordemos, debía estar cubierta por servicios de cuidado en al menos un 33% del total–, solamente cinco Estados miembros (Dinamarca, Holanda, Suecia, España y
Bélgica) superaban este porcentaje, y
países como Portugal, Reino Unido o Francia se acercaban al mismo. Por el contrario, Italia, Alemania o Irlanda ofrecían entre un 16% y
un 26% de plazas, mientras que eran los países de Europa del Este los que peores guarismos mostraban, con una oferta inferior al 10% (EUROSTAT, 2006b).
Entre la infancia de más de tres años que aún no accede a la educación obligatoria en su país, y
a eran muchos los países que superaban el 90% de plazas. Concretamente Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Irlanda, Suecia, España o Italia superaban ese dato, mientras que Holanda y
Reino Unido se encontraban cerca (85%-90%). Por debajo de esos datos, además de los países del este, destacan los casos de Portugal y
Finlandia, que se encontraban entre el 70% y
el 85%.
Analizando la amplitud horaria de esta cobertura (entendiéndola como uno de los principales elementos que pueden permitir una mejor conciliación laboral y
familiar, por ejemplo, para aquellas familias que quieran mantener íntegra su jornada laboral y
no reducirla o tomar excedencias), apreciamos distintos escenarios.
En el caso de las estructuras de apoyo formal1, descubrimos que los países que mayor y
menor rango horario ofrecen coinciden, independientemente de si estudiamos los sistemas para infancia de menos o de más de tres años. Así, Portugal, Islandia y
Noruega ofrecen una atención mediana en sus infraestructuras formales de más de 33 horas semanales (recordemos que la jornada estándar en la UE es de 40 horas semanales). Por el contrario, los de menor oferta horaria son Austria, Irlanda, Holanda y
Reino Unido (por debajo de las 25 horas semanales).
(Gráfico 34) . Cuidado infantil. Sistemas formales. Número mediano de horas. Menos de 3 años
Fuente:
EUROSTAT (2012).
(Gráfico 35) . Cuidado infantil. Sistemas formales. Número mediano de horas. Más de 3 años
Fuente:
EUROSTAT (2012).
En un grupo intermedio (justamente por encima de la media de la UE27, de entre 26 horas semanales) se encuentra España (con 28-30 horas, aproximadamente), junto a Francia y
Finlandia (en el caso de la oferta de más de tres años).
En la CAPV, si bien no se dispone de estadísticas comparables, debe hacerse notar que ha existido una fuerte apuesta pública por el modelo formal de atención, especialmente a través del modelo de escuelas infantiles del Consorcio Haurreskolak, cuyo horario máximo es de 40 horas semanales, si bien no disponemos de horarios medianos de atención que permitan compararnos con otros países2.
En el ámbito de los sistemas no formales3, países como Holanda y
Austria siguen ofreciendo horarios de atención con menor cobertura horaria (de entre 9 y
12 horas semanales), mientras que en Portugal, junto a países nórdicos como Finlandia o Suecia (más habituados a este tipo de sistemas, como se apuntaba anteriormente), la atención mediana es de casi 30 horas semanales.
(Gráfico 36) . Cuidado infantil. Sistemas no formales. Número mediano de horas. Menos de 3 años
Fuente:
EUROSTAT (2012).
(Gráfico 37) . Cuidado infantil. Sistemas no formales. Número mediano de horas. Más de 3 años
Fuente:
EUROSTAT (2012).
El caso español vuelve a estar en posiciones intermedias, si bien ofrece mayor atención horaria mediana en espacios para infancia de menos de tres años (25 horas semanales, por encima de la medias europea y
de países como Francia o Alemania) que en los de más de tres años (10,8 horas semanales, por debajo de las medias europeas y
por debajo de esos países).
Respecto a la situación de la CAPV, aun careciendo de datos estadísticos comparables, es importante hacer notar la menor apuesta pública por este tipo de recursos, y
a que en contraposición con el fuerte despliegue del sistema formal, el apoyo al sistema no formal es más reducido, principalmente mediante la contratación subvencionada de personas para el cuidado de la infancia recogido en el Decreto 177/2010 de Gobierno Vasco.
El análisis de estos datos nos lleva, en todo caso, a la obtención de tres conclusiones principales:
El horario de las escuelas infantiles de la CAPV es similar o mayor al de los recursos similares en Europa.
En primer lugar, el horario de apertura de las escuelas infantiles de la CAPV no es menor que el de otros países europeos. Sin embargo, este es uno de los aspectos que durante el trabajo de campo de este informe se reproducía con más fuerza.
“En estos momentos existe un desequilibrio entre la demanda de plazas en las haurreskolak y
la oferta de este servicio”.
(Entrevistas con entidades sociales)
Teniendo en cuenta que los horarios ofertados desde el Consorcio Haurreskolak parecen de los más amplios a nivel europeo, ¿por qué siguen siendo objeto de debate entre las familias? ¿por qué no tienen una utilidad plena para la conciliación de la vida familiar y
laboral?
Quizás la respuesta la obtengamos cambiando el eje de la pregunta, y
a que muy probablemente no sean los horarios de los centros de atención infantil los que deban aumentarse, sino que es el mercado laboral vasco (y el estatal, por ende) el que debe racionalizarse, y
a que aquí –como veíamos en capítulos anteriores de este informe– sí existen diferencias con otros países europeos.
Es decir, no se trataría tanto de prolongar los recursos de atención hasta horas más tardías, sino de adecuarlos a unas jornadas más concentradas y
que permitan la conciliación y
además el disfrute del tiempo de las familias con sus hijas e hijos, y
a que un horario de apertura habitual en una escuela infantil (que puede ser de 07:30/08:00 h a 16:30/17:00 h) en un país centroeuropeo o nórdico es más que suficiente, mientras que a nivel estatal (y no siendo la CAPV una excepción) resulta muy difícil encontrar empresas privadas cuyo horario laboral finalice antes de las 17:30 o 18:00 h.
De hecho, autores como Esping-Andersen (2013) hablan de que un “ámbito de políticas públicas que debería priorizarse es la adaptación del mercado laboral (...), y
a que las características institucionales del mercado laboral español están lejos de ser óptimas desde el punto de vista de la fecundidad”.
Por tanto, la pregunta quizás tenga más que ver con cómo modificar los horarios laborales (para hacerlos más racionales y
similares a los europeos, de forma que puedan compatibilizarse con la vida personal y
familiar) que con una mayor oferta horaria de los recursos de conciliación.
En cambio, otra de las críticas detectadas durante el trabajo de campo (relativa a los desequilibrios internos en la distribución de plazas, especialmente entre entornos rurales y
urbanos) sí parece ser relevante, y
a que, como se afirmaba previamente en este capítulo, las escuelas infantiles tienen una importancia clave en la conciliación y
en la fecundidad, siendo necesario un acceso fácil y
asequible a una plaza en estos recursos.
Existe una clara relación entre una oferta pública fuerte de los recursos de conciliación y
la capacidad de incorporación laboral a jornada completa de ambos progenitores.
Una segunda conclusión que se deriva del análisis de los datos es que existe una clara correlación entre la brecha salarial existente en distintos países y
la calidad de su oferta para la conciliación.
Por ejemplo, tanto el Reino Unido como Holanda, que arrojan elevadísimas tasas de brecha salarial (del 20% y
superiores), ofrecen unos recursos de conciliación formal con horario muy reducido. Por el contrario, países como Portugal, Dinamarca o Italia presentan la situación contraria: menor brecha salarial y
recursos con horarios más amplios.
La apuesta de la CAPV en materia de recursos de apoyo a la conciliación está principalmente orientada al sistema formal.
LA CAPV se está dotando de una red de recursos de apoyo a la conciliación progresivamente más fuerte, con una fuerte inversión pública en los últimos años, principalmente destinada a la apertura de Haurreskolak.
Sin embargo, los modelos de atención no formal (muy comunes en otros países de Europa) no parecen ser una prioridad para la administración vasca, siendo menores en su dimensionamiento e incluso habiendo menguado en los últimos años.
1 Según la metodología EU-SILC, los sistemas formales incluyen: educación preescolar, educación escolar (recordemos que algunos países europeos inician la escolarización obligatoria a los 4 años –como Luxemburgo– o a los 5 –como Grecia, Holanda o Reino Unido–), cuidado infantil en centros comunitarios fuera del horario escolar/preescolar (bien antes, bien después) y
cuidado en centros de día.
2 Durante el proceso de realización de este informe se realizó la consulta pertinente sin resultados al respecto.
3 La metodología EU-SILC recoge como sistemas no formales aquellos en los que la infancia es atendida por una persona profesional (child-minder), por otros familiares distintos a las madres y
padres, por vecinas y
vecinos, amigos y
amigas de la familia, etc., en un hogar (en el suyo propio o en el de la persona cuidadora), por lo que incluye espacios tanto profesionales como no profesionales.