2. Principales modelos de políticas de apoyo a las familias en Europa
Como se indicaba en el capítulo primero de este informe, las intervenciones de la Administración pública en relación con el apoyo a las familias no son neutrales y se orientan a la consecución de un determinado modelo de sociedad en el que influyen variables como la orientación natalista, la privacidad de las relaciones familiares (mediante procesos familistas o desfamiliarización) o la igualdad de oportunidades.
De esta forma, encontraremos grandes diferencias por países, ya que existen modelos en los que las políticas de apoyo a las familias están claramente orientadas al fomento de la natalidad y a la universalidad de servicios, mientras que en otros la intervención pública únicamente tiene lugar en casos de posible desprotección infantil.
Esto incidirá claramente en que encontremos por un lado sistemas universalistas, mientras que otros solamente contemplarán intervenciones para familias de recursos reducidos (means-tested). Igualmente, veremos modelos que apoyan con más énfasis a la infancia, mientras que otros, por ejemplo, se centran más en el apoyo a las personas mayores y/o en situación de dependencia. Finalmente, también se encontrarán distintos modelos de vehiculización de la actividad pública, siendo en unos casos directa y en otros a través de entidades del Tercer Sector (laicas o de carácter religioso).
La agrupación de estas variables ha permitido que distintos autores hayan establecido clasificaciones sobre los modelos de políticas públicas en relación con la familia existentes en Europa, que si bien difieren entre sí1, acumulan un buen número de puntos en común.
Para los propósitos de este informe hemos seguido la clasificación hecha por el III Plan Interinstitucional de apoyo a las familias, seleccionando tres de estos modelos: el nórdico, el continental y el mediterráneo, al tratarse de las realidades más cercanas y referenciales para la CAPV, cuyos grandes rasgos son:
Nórdico: Centrado en la igualdad de oportunidades, la conciliación y la integración de las mujeres en el mercado de trabajo, poniendo especial atención en el bienestar de la infancia. Las prestaciones familiares se financian a través de los impuestos y se trabaja mediante un modelo de colaboración entre sociedad civil y Gobierno. De este modelo se han estudiado Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia.
Continental: Modelo centroeuropeo influenciado por el principio de subsidiariedad en el que las políticas familiares se han caracterizado históricamente por el predominio del concepto de cabeza de familia. Los niños, las niñas y las mujeres pueden depender de las relaciones familiares. Las prestaciones familiares se financian de manera mixta entre contribuciones e impuestos, y la sociedad civil tiene un gran papel en la implementación de políticas. En este bloque podrían encuadrarse Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Alemania y Austria, y de forma algo diferencial Reino Unido e Irlanda.
Mediterráneo: Con ciertas similitudes con el sistema continental, la intensidad histórica del modelo del varón sustentador es mayor. El Estado solo apoya de manera poco intensa, siendo una actuación fuertemente familista. La relación con el Tercer Sector es débil y las financiaciones en este sentido insuficientes, mientras que las entidades sociales no contribuyen a la formulación de políticas. En este grupo se han analizado España, Italia y Portugal.
No se trata, en todo caso, de compartimentos estancos y excluyentes, ya que la clasificación tiene que ver más con una concepción del Estado y con la relación que el mismo establece con otros agentes sociales que con una distribución geográfica estricta.
De hecho y si bien estas clasificaciones por bloques son algo muy habitual en los distintos estudios comparados existentes, en ocasiones son am
biguas, ya que las políticas de los países no solamente evolucionan y cambian dependiendo del signo de uno u otro gobierno, sino que en ocasiones toman rasgos de un modelo en una determinada línea de acción y de otro en otra política, con lo que podemos hablar de países o regiones con rasgos principales de un modelo, pero también de características parciales asociadas a otro.
Por ejemplo, la etiqueta de modelo mediterráneo establece una ubicación referencial para países como Italia o España, si bien no debe tomarse como un criterio estrictamente geográfico, ya que Francia por ubicación encajaría en el modelo, pero sus políticas públicas no serían encuadrables en esta categorización, mientras que por ejemplo Irlanda es un país continental por ubicación, pero en muchas ocasiones sus políticas difieren de este modelo. Esto, como se verá a lo largo del capítulo, también sucede con la CAPV, que presenta rasgos mixtos.
Si realizamos un análisis más individualizado, encontramos distintas formas de organización dependiendo del país, si bien en casi todos ellos podemos encontrar dos pautas comunes:
Por un lado, suele existir un ministerio con competencias principales en familia. Este suele ser habitualmente “Familia y Juventud”, “Servicios Sociales y Familia” o “Economía y Familia”.
Por otro, también suele existir un organismo coordinador de las políticas familiares, al tratarse de un ám
bito en el que además de medidas específicas debe tenerse en cuenta de forma transversalizada en áreas como vivienda o educación.
Como se verá en los posteriores análisis (cuyo análisis en detalle puede consultarse en la tabla 1 del anexo 3), los países con políticas de apoyo a las familias más avanzadas confieren una mayor importancia estructural a la familia en sus organizaciones de gobierno, con grupos de trabajo (o incluso departamentos ministeriales) con competencias transversales, de forma que puedan actuar de forma eficiente en el diseño de medidas de apoyo a las familias en los distintos ám
bitos gubernamentales.
Buenas prácticas en materia organizativa son los casos de Francia (con un grupo de trabajo específico con competencias transversales y capacidad de monitorización), Suecia (con una oficina de coordinación que depende directamente de la Oficina del Primer Ministro y en la que están representados los principales partidos políticos para diseñar políticas consensuadas que se mantengan en el tiempo) o Bélgica (también con una comisión temática interministerial).
1 En este ám
bito la divergencia quizás más importante es la negación por parte de Esping-Andersen de la existencia de un modelo propio mediterráneo (al considerarlo una variante extrema del continental), mientras otros muchos autores (entre ellos, este estudio) consideran que existen más rasgos en común que diferenciados dentro de los países del arco mediterráneo.