2. La evolución de las familias de la CAPV. Algunos datos clave
En el capítulo anterior hemos hablado –y seguiremos haciendo referencia a ello a lo largo del informe– de la necesidad de que las políticas públicas de apoyo a las familias den respuesta de forma eficaz a las necesidades de los distintos modelos familiares, que también hemos indicado que varían por no ser la familia “ajena al proceso de transformación social que ha regido el Siglo XX”, habiendo experimentado “un profundo e intenso cambio que ha afectado tanto a sus estructuras como a la cultura en la que se inserta” (Meil y Ayuso, 2007).
Los propios poderes públicos han tenido en cuenta la diversidad social existente en su planificación de medidas, tal y como indica el III Plan Interinstitucional de apoyo a las familias de la CAPV, que reconoce que la familia es una institución que evoluciona permanentemente. “Las realidades culturales modifican las sociedades, y con ellas la forma y función de las familias. En definitiva, los múltiples cambios socioeconómicos producidos en las últimas décadas han producido una diversificación de los modelos familiares que conforman la realidad social vasca” (Gobierno Vasco, 2011a).
Sin embargo, ¿cuáles son las principales tipologías de familia en la CAPV? ¿cómo han cambiado a lo largo de los años? ¿cuál es su tamaño? ¿qué peso real tienen en nuestra sociedad? Para poder dar respuesta a estas preguntas iniciales de diagnóstico es primordial, como se adelantaba anteriormente, el papel de la estadística, siendo necesario que los datos sean comparables entre sí y provengan de fuentes actualizadas, algo que –como vamos veremos a lo largo del estudio– no siempre sucede.
Principales modelos de familia en la CAPV. Los modelos tradicionales se mantienen pero aprecian tendencias de cambio
Los algo más de 2.100.000 habitantes de la CAPV se organizan en poco más de 787.000 familias, principalmente distribuidas en tres grupos. En primer lugar, las familias compuestas por una pareja con hijos e hijas son las más abundantes en la CAPV, llegando a casi a 300.000 familias de este tipo (un 38%). En segundo y tercer lugar destacan con un peso prácticamente equivalente (en torno al 21%) las familias compuestas por una sola persona y las parejas sin hijos e hijas, quedando el resto de familias (monoparentales, compuestas, ampliada, etc.) con porcentajes menores al 10%.
(Gráfico 2) . Familias en la CAPV, según tipo
Fuente: elaboración propia a partir de EUSTAT (2006).
Estos datos confirman que la familia tradicional (entendiéndose por tal la compuesta por una pareja con hijos e hijas) continúa siendo el modelo preferente de relación familiar, si bien el peso social de las personas que viven solas y de las familias sin hijos es cada vez más importante.
¿Esto ha sido siempre así? Según los datos de las dos últimas décadas que nos ofrece EUSTAT1, existen algunas variaciones que podrían considerarse tendencias de cambio, ya que si bien las familias nucleares con hijos e hijas han continuado configurándose como el modelo más habitual, se observa que con los años su número ha disminuido ligeramente. Mientras tanto, las personas que eligen vivir solas conformando familias unipersonales, así como las familias compuestas por parejas que no tienen descendencia aumentan de manera importante.
(Gráfico 3) . Número de familias en la CAPV, por tipo y período (1991-2006)
Fuente:
elaboración propia a partir de Marcos, J. (2006). EUSTAT.
Aceptación social de los nuevos modelos de familia. Un escenario de normalización progresiva
Teniendo en cuenta el especial peso del modelo organizativo nuclear (el 59% del total, si incluimos las opciones de convivencia con y sin hijos/as), resulta pertinente preguntarse –por su posible relación con el diseño y articulación de políticas públicas de sensibilización o protección específica– por una nueva forma de modelo familiar como son las parejas homoparentales recientemente reguladas.
Específicamente, la regulación de este modelo de familias, con su pertinente equiparación de derechos, ha sido uno de los principales cambios sociales en materia de familias y políticas de carácter familiar en los últimos años, por lo que resulta pertinente dedicar un breve espacio de reflexión que pueda resolver algunas preguntas que surgen, por ejemplo: ¿cómo son vistos estos nuevos modelos familiares? o ¿cuál debe ser el papel de las políticas públicas de apoyo a las familias en su caso, si es que deben tener alguno?
En general y si bien estos nuevos modelos familiares no son objeto de estigmatización social (en comparación con otras realidades europeas), tampoco puede decirse que estén plenamente aceptados a nivel social, sino que podría hablarse más bien de un estado o proceso de normalización social.
Concretamente, el Tercer Sector participante en el informe indicó con claridad que en ocasiones las políticas públicas (y concretamente la legislación) han ido por delante de la realidad social, ejerciendo un trabajo clave de apoyo a la normalización.
“La conciencia social en torno a la regularización de los matrimonios homosexuales está por detrás de las posibilidades generadas por la Ley”.
(Entrevistas con entidades sociales)
Concretamente y si bien en la CAPV (y en general en el Estado) no se han dado grandes problemas en la asunción y normalización de las familias homoparentales2, la sensibilización social y la protección de la diversidad, como se verá en los capítulos siguientes, constituye una de las áreas de acción prioritarias en materia de políticas de apoyo a las familias.
Por otro lado, los datos avalan esta tendencia progresiva a la normalización y aceptación social. Así, distintos indicadores hablan de un grado de aceptación creciente respecto a las familias homoparentales. Si, por ejemplo, en el momento de la modificación legislativa que permitió el matrimonio homosexual un 66,2% de la población española estaba de acuerdo, cuatro años después el barómetro de la juventud CIS de 20083 indicaba que el 76,4% de la juventud española se posicionaba a favor de la igualdad de acceso al matrimonio entre personas homosexuales y heterosexuales.
Hablando específicamente de la sociedad vasca, los nuevos modelos familiares también avanzan hacia su normalización, especialmente entre las personas más jóvenes. Ya en anteriores informes, como es el caso de La transmisión de valores a menores (Ararteko, 2009), se atisbaba una progresiva aceptación. Una encuesta realizada en este estudio mostraba que la aceptación de familias formadas por gays o lesbianas era cada vez mayor según avanzaba la edad del alumnado, doblándose el porcentaje de alumnado que la entendía como un tipo de familia más en el paso de segundo ciclo de Primaria a ESO.
Esta tendencia quedó refrendada en la sesión del Consejo de Adolescencia del Ararteko, durante la cual las personas participantes sugirieron de forma espontánea y a través de dibujos e ilustraciones (véase anexo 3), varios modelos familiares: familia de padre, madre y dos hijos/hijas; familia homoparental; familia monoparental (por separación, divorcio o viudedad; pero también, por propia elección), familia extensa, con presencia de abuelos y abuelas; familia reconstituida.
Evolución del tamaño familiar medio.
El progresivo envejecimiento poblacional de la CAPV y su incidencia en el mantenimiento del sistema
Y respecto al tamaño de cada tipo de modelo, ¿cuál es la evolución? ¿hay diferencias según el tipo de modelo familiar? ¿el tamaño familiar aumenta o se reduce?
Las familias con mayor número de miembros en la CAPV son, como resulta lógico, las familias compuestas por dos o más núcleos familiares que superan de media los cinco miembros. Por su parte, las familias ampliadas rondan las cuatro personas.
Sin embargo quizás el dato más relevante sea el de las familias nucleares con hijos e hijas, con un tamaño medio de 3,5 personas, dato que muestra claramente uno de los factores de cambio social que se desarrollan más adelante y que es la reducida natalidad de la CAPV, puesto que el tamaño medio de la familia nuclear con hijos/as no llega siguiera a los cuatro miembros. De hecho, el tamaño medio de la unidad familiar pasó de 3,69 miembros en 1981 a 2,76 en 2001, habiéndose reducido el tamaño de la unidad en todas las tipologías familiares (excepto, claro está, en las unipersonales).
(Gráfico 4) . Evolución del tamaño medio de la unidad familiar, por tipo de familia
Fuente: elaboración propia a partir de Marcos, J. (2006). EUSTAT.
Esta reducción constante del tamaño de las familias es un dato clave por su especial relevancia en la sostenibilidad a futuro del modelo de bienestar y por ser un elemento sobre el que las políticas públicas –independientemente de que tengan una mayor o menor orientación natalista– tratan de actuar.
Si, como veíamos antes, cada vez hay menos familias con hijos e hijas y estas cada vez tienen menos descendencia, la conclusión es clara: la sociedad vasca se encuentra inmersa en un proceso de envejecimiento poblacional derivada de esta disminución de las tasas de natalidad –una de las más bajas del mundo– y del aumento de la esperanza de vida –una de las más elevadas a nivel mundial–.
Respecto a las tasas de natalidad, actualmente y con 9,7 nacimientos por cada 1.000 habitantes, la tasa en la CAPV es una de las más bajas de la UE, por encima únicamente de países como Italia (9,3) o Alemania (8,3)4, si bien se ha incrementado ligeramente por la incorporación de personas inmigrantes a nuestra sociedad, sobre todo personas jóvenes y que presentan mayores tasas de natalidad5.
(Gráfico 5) . Evolución de la tasa de natalidad en ‰ en la CAPV y la UE27
Fuente:
elaboración propia a partir de Gobierno Vasco (2012b) y EUROSTAT (2013a).
En todo caso y a pesar de ese ligero incremento, las bajas tasas de natalidad serán un escenario mantenido en el tiempo, puesto que según un estudio reciente6, el 44% de la juventud vasca de entre 18 y 29 años y el 79% de entre 30 y 45 años no piensa tener descendencia, indicando además el 66% de personas encuestadas que tener hijos o hijas dificulta mucho la carrera profesional, sobre todo la de las mujeres, elementos de evidente importancia en la planificación de políticas familiares futuras.
Este es uno de los datos de diagnóstico explicativos de la distancia existente entre el número de hijos ideal y el real (especialmente entre las mujeres con mayor nivel de estudios), tal y como recoge Esping-Andersen (2013). Así, el número de hijos/as previsto en España es el segundo menor de Europa (1,9) mientras que el real es de 1,36. Esta diferencia es la mayor en Europa, un rasgo propio de países con regímenes familistas, ya que como explica Livi-Bacci (2001) “los países familistas parecen haber caído en un síndrome en el que el exceso de familia resulta contraproducente para la natalidad”. Es decir, que aquellos países en los que se traslada un exceso de funciones a la familia presentan menores tasas de natalidad, frente a modelos en los que las familias reciben mayores apoyos desde el ámbito público.
De hecho, el perfil estatal no es el de la ausencia de hijos/as, sino el de familias en las que básicamente se tiene un descendiente, lo que de acuerdo a McDonald (2002) haría que si no hay otros factores que lo compensaran –como la inmigración, de gran incidencia en España, o el progresivo desarrollo de las técnicas de reproducción asistida–, la población se reduciría en 100 años hasta ser un 25% de la actual.
Alineado con esta baja natalidad, el aumento de la esperanza de vida en la CAPV hace que el envejecimiento poblacional sea uno de los retos demográficos al que tienen que hacer frente todos los Estados europeos y especialmente la CAPV por su mayor envejecimiento poblacional, surgiendo nuevos desafíos para las políticas de apoyo a las familias.
De hecho, en el año 2007 la población anciana de la CAPV representaba el 18,4% de la población total, casi dos puntos superior al 16,6% del conjunto del Estado y también algo por encima de la registrada para dicho año en Europa, establecida en algo más de un 17%.
(Gráfico 6) . Evolución poblacional de la CAPV.
Grupos de 0-19 años y de más de 65 años
Fuente:
elaboración propia a partir de Marcos, J. (2006). EUSTAT.
El anterior gráfico es muy claro sobre el problema del envejecimiento poblacional y la baja natalidad, mostrando rotundamente el cambio de tendencia. Mientras en 1900 prácticamente la mitad de la población vasca tenía menos de 20 años (por menos de un 5% de población mayor de 65 años, además con una esperanza de vida menor), en el año 2006 por primera vez el porcentaje de población mayor de 65 años superó a la menor de 20, lo que evidencia el grave problema de reemplazo generacional y la amenaza que esto supone a la sostenibilidad del sistema de bienestar tal y como está actualmente diseñado.
EUROSTAT7 nos muestra que este envejecimiento de la población es el resultado de cuatro tendencias demográficas que operan en toda Europa: una baja tasa de natalidad, un incremento del porcentaje de población mayor de 45 años (proveniente del baby boom), un aumento continuado de la esperanza de vida y el incremento de la población inmigrante (en todo caso, insuficiente para rejuvenecer el continente).
En las proyecciones realizadas por EUSTAT8 específicamente con relación al envejecimiento de la CAPV para 2020, se prevé que la población mayor de 65 años seguirá creciendo hasta superar el medio millón de personas ancianas, con incrementos de la población de 65 a 74 años del 22% y la de 75 a 84 años del 10%, mientras que las de 85 a 94 años se duplicarán y los mayores de 95 años crecerán un 155%. En términos absolutos, la población de 90 y más años, que se situaba en torno a los 15.000 habitantes en el año 2006, superará la cifra de los 36.000 en 2020.
1Marcos, J. (2006). EUSTAT.
2CIS (2004).
3CIS (2008).
4EUSTAT (2011a).
5Observatorio Vasco de la Juventud (2011).
6Gobierno Vasco (2012b).