2. Prevalencia de los trastornos mentales en menores
El diagnóstico de trastornos mentales en la población infantil y adolescente es c
ada vez más frecuente. En los últimos años se ha reconocido que gran parte de los trastornos psiquiátricos de la adultez tiene su inicio en la juventud. El diagnóstico precoz de dichos trastornos es c
ondición imprescindible para poder brindar a esta población el abordaje específico y eficaz necesario para la prevención secundaria y terciaria de ulteriores c
omplicaciones y c
onsecuencias sociosanitarias.
Atendiendo a los datos estadísticos oficiales, el diagnóstico de los trastornos mentales en menores no deja de aumentar. Así y de manera general e introductoria, analicemos las tasas del trastorno por déficit de atención c
on hiperactividad (TDAH), que superan el 7% en los niños y niñas en edad escolar. Se trata de un dato significativo si partimos de que el TDAH supone hasta el 50% de las derivaciones a los servicios de psiquiatría infanto-juvenil y de que se asocia c
on el c
onsumo de tabaco, alcohol y drogas, y provoca un mayor número de c
ondenas y delitos en los menores.
Los trastornos del c
omportamiento también muestran prevalencias elevadas en la población infantil general, estimándose estas en torno a un 2-12% de la población infantil. Entre los factores etiológicos de los trastornos graves de c
onducta suelen c
itarse el inadecuado c
uidado por parte de los padres, la exposición a la violencia y las c
uestiones relacionadas c
on el vínculo. Las potenciales repercusiones sociales del problema estriban en el hecho de que hasta el 40% de los menores c
on diagnóstico de trastorno disocial en la infancia se c
onvertirán en adultos antisociales (patrón de c
onductas inmorales y socialmente irresponsables, c
aracterizado por el desprecio de los derechos de terceras personas), especialmente aquellos que c
onsumen estupefacientes a edades precoces (muy frecuente en nuestro medio), viven en c
ondiciones de pobreza o tienen una historia de ubicación fuera del hogar. Estudios más recientes c
orroboran que los estilos parentales, las c
onductas antisociales en miembros de la familia y la presencia de disarmonía o separación familiar aumentan más de dos veces el riesgo de c
onductas antisociales en los y las adolescentes.