En el terreno de las ciencias sociales se pueden estudiar los hechos desde el punto de vista de la frecuencia de su presentación u otros parámetros objetivables, de lo cual se encarga la me
todología cuantitativa, o desde el sentido y la significación de los mismos presentes en las representaciones y discursos sociales, de lo cual se encarga la me
todología cualitativa.
Dado que ninguna actividad humana escapa al lenguaje y al habla, podremos emplear la me
todología cualitativa para investigar cualquier fenómeno relacionado con la realidad social, entre ellos la salud y la enfermedad.
En el ámbito de la salud me
ntal ha habido estudios (E. Goffman, Internados. Ensayos sobre la situación social de los enfermos me
ntales) que abonan no solo la conveniencia, sino la necesidad de abordar determinados problemas de salud desde perspectivas radicalmente distintas a las biomédicas o puramente cuantitativas. La introducción de la subjetividad (del investigador y de los investigados) como objeto de análisis indudablemente supuso un avance cualitativo en el conocimiento del funcionamiento institucional y sus repercusiones en la salud de los sujetos.
El territorio fronterizo de lo sociosanitario es un marco apropiado para la utilización de las propuestas me
todológicas cualitativas, más si se tiene en cuenta la emergencia de algunos efectos no descritos de los abordajes cualitativos: la trascendencia social de los hallazgos, que a me
nudo llegan a los me
dios de comunicación como “mensajes negativos” que comprometen su estabilidad institucional, la posición comprometida con los participantes, el efecto terapéutico que provocan determinadas técnicas cualitativas que va más allá de su función en la investigación, etc. Además, la mirada cualitativa provee al investigador de un espíritu crítico que permite romper con las inercias que, a me
nudo, se instalan en los ámbitos sanitario y penitenciario.