3.1. Objeto del informe extraordinario
¿Qué hemos querido hacer?
Las funciones que el Ararteko tiene encomendadas están relacionadas con la protección y garantía de los derechos humanos, procurando que las actuaciones y políticas públicas de las administraciones, salvaguarden debidamente los derechos de las personas, y combatiendo eficazmente la desigualdad, la discriminación y la exclusión. Desde estos principios, hemos querido, a través del presente informe extraordinario, realizar un análisis en profundidad sobre la e-inclusión y la participación de la ciudadanía en las esferas social y pública a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
¿Por qué sobre la e-inclusión y la e-participación?
En la actualidad, las TIC han pasado de ser un complemento o una parcela de nuestras v
idas, a atravesarlas de forma transversal y permanente. Están presentes en la escuela, en el trabajo, en las relaciones con las administraciones y las entidades bancarias, en nuestra forma de divertirnos y comunicarnos… Su presencia es tal, que nos invita a asumir la hipótesis de trabajo de que su desconocimiento y su no uso, pueden considerarse factores originarios de exclusión social en nuestra sociedad actual.
Por otra parte, el día a día nos deja claros síntomas de que las v
iejas fórmulas para la resolución de los problemas no funcionan. Un contexto de crisis global y malestar social, pone de manifiesto la existencia de nuevos y v
iejos retos, que requieren nuevas formas de actuar, y la participación de la ciudadanía. Asumiendo como segunda hipótesis de trabajo que las TIC pueden facilitar e impulsar dicha participación ciudadana, hemos querido investigar: ¿cuál es el nivel de e-inclusión de la sociedad v
asca? ¿Quiénes son las personas que se están quedando fuera de la denominada “sociedad de la información”? ¿Por qué? ¿Es suficientemente madura, digitalmente hablando, la sociedad v
asca para participar a través de las TIC? ¿Existen los canales y recursos suficientes para que esto sea así? ¿Realmente existe interés en participar? ¿Se percibe como algo necesario y que causa efectos palpables? ¿Qué nos motiva a participar?
¿Para qué un informe extraordinario como este?
Estas y otras muchas preguntas, son las que hemos tratado de ir respondiendo a lo largo del proceso de investigación. La finalidad, no es otra que la de aportar algo más de luz a estas, para poder realizar un catálogo de recomendaciones dirigidas a las administraciones públicas v
ascas focalizadas en el logro de una Euskadi más inclusiva, y para el impulso de la participación ciudadana a través de las TIC tanto en la esfera social como en la pública.
3.2. Metodología. ¿Cómo lo hemos hecho?
Para poder acotar un ámbito de estudio tan amplio y profundo como este, hemos apostado por una metodología mixta que intercala herramientas cualitativas y cuantitativas, permitiendo cuantificar la realidad allí donde se carecía de información y someter al análisis, la reflexión y el debate aquellas otras aristas del objeto de estudio que podían ser enriquecidas y ampliadas mediante las opiniones, el intercambio de experiencias y el conocimiento de todas las personas que han participado en la cocreación del presente informe extraordinario.
Si bien este apartado se explica con detalle en el epígrafe de metodología del informe, podemos citar como algunas de las principales técnicas utilizadas en el proceso de investigación: la encuesta telefónica sobre e-inclusión y e-participación a 540 personas de los tres territorios históricos de Euskadi; la realización de entrevistas a expertos y expertas en la materia, la celebración de mesas de trabajo para el análisis y la reflexión en profundidad (tanto en la identificación de barreras, como en la propuesta de recomendaciones); la invitación a participar con sus opiniones y v
ivencias al Consejo de la Infancia y la Adolescencia del Ararteko; la invitación al Gobierno V
asco, las diputaciones forales, y una selección de ayuntamientos representativos de los ámbitos urbano y rural de Euskadi, para aportar información sobre sus recursos disponibles para la participación ciudadana a través de las TIC; el análisis de publicaciones, investigaciones, estudios, informes… especializados en el objeto de estudio; el mapeo de buenas prácticas tanto en el contexto local, nacional e internacional relacionadas con la e-inclusión y la e-participación y el uso de canales 2.0 (blog + wiki + cuentas en Twitter y Facebook) para abrir los canales oportunos que permitieran al resto de la sociedad v
asca poder participar en la investigación.
3.3. Enfoque teórico
La realización del presente informe extraordinario ha supuesto la asunción de una conceptualización de la e-inclusión y la e-participación. El diseño de un modelo o enfoque teórico, que nos permita comprender de forma sencilla la realidad objeto de estudio y que nos sirva de marco para el análisis y la interpretación de información, así como para la redacción de las recomendaciones finales.
Este enfoque ha sido el del modelo de empoderamiento digital. Un modelo que sitúa a la ciudadanía en un proceso de continua evolución, en el que según factores como el acceso, el uso y la apropiación de las TIC, se v
an dibujando diferentes estadios o niveles de empoderamiento digital.
(Ilustración 2)
Evolución en el nivel de empoderamiento digital
Este modelo abarca, por tanto, a todas las personas en su relación con las TIC, tanto aquellas que se encuentran en una fase de infoexclusión y no acceden a ellas, como aquellas otras que lo hacen de forma muy esencial y básica. Una siguiente etapa más avanzada (correspondiente a la etapa de e-inclusión), v
iene caracterizada por la apropiación de las TIC por parte de las personas, lo que les permite conocer y descubrir nuevos usos, obtener mayores beneficios derivados de su uso, utilizar las TIC como herramientas y v
ehículos para mejorar su calidad de v
ida y su situación social. Esta es la antesala a una fase de empoderamiento ciudadano, en el que las personas se v
alen de las TIC para un uso que v
a más allá de lo personal. Un nivel de madurez que permite el uso de herramientas colaborativas y de aquellos canales que permiten la participación del individuo (ya sea individual, o a través de alguna asociación o colectivo) en su entorno más cercano, así como en la esfera pública.
El posicionamiento de las personas en una u otra fase u estadio de empoderamiento digital, nos hace que hablemos de la existencia de diferentes brechas digitales, hilo argumental que v
ertebrará no solo la estructura de este documento, sino también su análisis.
Así, las brechas digitales que hemos asumido en nuestro informe son:
Esta división de la realidad en estadios de empoderamiento digital y brechas digitales, nos plantea la necesidad de investigar sobre quiénes son las personas o los colectivos que se encuentran en unas y otras brechas digitales, así como los factores que están detrás de esas brechas, y las necesarias medidas correctoras que permitan impulsar desde las políticas públicas la mitigación de dichas brechas digitales.
3.4. Brecha digital de acceso
Se trata, sin duda, de una de las brechas digitales de las que más información se ha recogido en los diferentes estudios publicados. Tal v
ez el hecho de que hayamos podido ir observando como el porcentaje de hogares que disponen de TIC ha ido evolucionando sorprendentemente en los últimos años, produce erróneamente la conclusión de que se trata de una brecha digital superada.
(Ilustración 3)
Evolutivo de equipamiento TIC de las familias (con al menos 1 persona entre 16 y 74 años)
Elaboración propia a partir de datos del Eustat.
Los datos obtenidos para el presente informe demuestran, en cambio, que aún existen indicios que nos obligan a poner la atención en esta brecha. Así, el 34,2% de las familias v
ascas aún no disponen de conexión a Internet. Abandonando los términos genéricos de “población” o “familia”, tenemos la obligación de responder a la siguiente pregunta: ¿quiénes son los colectivos que padecen esta brecha digital de acceso en mayor medida?
Las cifras nos hablan de que existen diversos factores demográficos y socioeconómicos que siguen estando presentes en las brechas digitales. Así, la edad, el sexo, el tipo de familia, el nivel de estudios, la situación laboral o el nivel de ingresos, son algunos de los que podríamos clasificar como más determinantes.
Los datos hablan por sí mismos. El 73,4% de los hogares v
ascos en los que v
ive una persona de edad comprendida entre los 65 y los 74 años no dispone de conexión a Internet.
Aunque de forma más suavizada, el sexo continúa figurando como factor generador de diferencias en cuanto a acceso a las TIC. Diferencia que se incrementa a medida que escalamos en los grupos de edad.
Por otra parte, un bajo nivel de estudios, así como encontrarse en situación de desempleo y tener bajos ingresos mensuales son factores determinantes a la hora de provocar un menor acceso a las TIC. Así, mientras que el 88,6% de las familias de Euskadi en las que los ingresos mensuales netos oscilan entre 1.800 y 2.700 € disponen de conexión a Internet, este porcentaje se v
e reducido hasta el 33,7% en el caso de aquellas en los que los ingresos no superan los 1.100 € mensuales. Con carácter general, y como se podrá constatar a través de los datos obtenidos durante la investigación, los factores comunes de las brechas sociales lo son también en las brechas digitales.
Como complemento a lo que nos dicen estas cifras, hemos querido saber cuáles son los motivos que argumentan las personas que no acceden a las TIC.
(Ilustración 4)
Motivos para la no disponibilidad de acceso a Internet en el hogar (personas de 16 a 74 años)
Elaboración propia a partir de datos del Eustat.
Curiosamente, y lejos del argumentario que suele ser aceptado comúnmente (“es muy caro”), los datos de las encuestas nos apuntan a que los principales motivos por los que las personas declaran no acceder a Internet son las de “no lo quiero, no lo necesito” (27,9%), y la de “no tengo conocimientos adecuados” (7,6%). Estos motivos se acrecientan aún más cuando centramos nuestro análisis, por ejemplo, en el colectivo de personas mayores: “no lo quiero, no lo necesito” (69,8%); “no tengo conocimientos adecuados” (26,1%).
Esto nos aporta v
aliosa información, ya que nos hace trasladar al capítulo de Recomendaciones la sugerencia de la puesta en marcha de acciones innovadoras diseñadas específicamente para estos colectivos que sufren en mayor medida la brecha digital de acceso, y que no solo se centren en garantizar la posibilidad de acceso económico a estas herramientas TIC, sino también en la difusión de la utilidad de las TIC, el acercamiento de las tecnologías a estos colectivos a través de centros de interés que conecten con sus realidades, así como el abordaje de otros factores generadores de brecha digital de acceso aportados por los grupos de expertos participantes en la investigación como: las brechas sociales, los problemas de accesibilidad y usabilidad de muchas aplicaciones y servicios, la acumulación de experiencias frustrantes con dispositivos comunes del hogar con un diseño no adecuado, los gastos de consumo de determinados servicios como Internet, o la falta de contenidos y servicios interesantes que resulten atractivos o de utilidad.
3.5. Brecha digital de uso
La presencia o disponibilidad de equipamiento TIC en un hogar, por ejemplo, no es garantía de que todos sus miembros lo usen. Y si ese fuera el caso, los datos obtenidos en el estudio nos demuestran que según factores como la edad, el nivel de estudios, o su estado laboral, correlacionan con diferentes motivaciones y frecuencias de uso.
Según datos de la encuesta (ESIF) 2011 del Eustat, el 67,8% de la población de Euskadi con edades comprendidas entre los 10 y los 74 años son usuarios de ordenador, el 65,3% lo son de Internet, y un 97,8% que declaran usar el teléfono móvil. Los análisis evolutivos que se llevan a cabo en este informe demuestran que estas cifras han experimentado un importante crecimiento en los últimos años, pero este hecho resulta insuficiente para poder analizar la v
erdadera brecha digital de uso.
¿Quiénes son las personas que se encuentran detrás de esos porcentajes? ¿Cuáles son sus motivaciones para usar las TIC? ¿Con qué frecuencia las utilizan? ¿Existe conexión entre el uso de las TIC y aquellos ámbitos más v
inculados al bienestar o la calidad de v
ida como el empleo, la salud, la formación…?
La investigación pone de manifiesto que factores como la edad, el sexo, el nivel de estudios, el nivel de ingresos o el estado laboral, entre otros, v
uelven a salir a la palestra como elementos que se encuentran detrás de las diferencias de uso de las TIC entre la población. Así, tan solo el 12,9% de la población v
asca de entre 65 y 74 años declara ser usuaria de Internet. En cuanto al sexo, continúan existiendo desigualdades en los porcentajes de uso, incrementándose dichas diferencias a medida que escalamos en las franjas de edad a favor de los hombres. En esta misma línea, tan solo el 23,4% de las personas con estudios primarios o inferiores y el 35,6% de las personas en situación de inactividad laboral son usuarias de Internet.
Estas cifras nos obligan a realizar una reflexión. Resulta evidente que las TIC podrían resultar de gran ayuda de cara a la mejora de calidad de v
ida y promoción social a estos colectivos que hemos nombrado. En cambio, los datos obtenidos nos hablan de que son precisamente estos grupos los que registran mayores desigualdades de uso de las TIC.
Para profundizar sobre ello, les hemos preguntado por sus motivaciones, los “para qué” que gobiernan sus conexiones a la red.
Las conclusiones del análisis son de esperar: búsqueda de información, correo electrónico, consulta de medios de comunicación, ocio y uso de programas o canales de comunicación lideran el ranking de motivaciones. Hay que irse hasta puestos más bajos de la tabla para encontrarnos con el uso de las TIC para la consulta de información sobre salud, la búsqueda de empleo, el acceso a acciones formativas o información sobre formación…
Un hecho que, además, se agrava cuando hacemos el cruce de estas motivaciones con los factores anteriormente citados (edad, nivel de estudios, situación laboral…). Algunos ejemplos esclarecedores al respecto: tan solo el 5,7% de las personas con estudios primarios o inferiores declara usar Internet para la búsqueda de empleo; en el caso de las personas en situación de inactividad laboral, la búsqueda de empleo se encuentra en el séptimo lugar del ranking de motivaciones para el uso de las TIC.
(Ilustración 5)
Motivos de uso de Internet en la población de Euskadi con edad comprendida entre los 10 y los 74 años (%), 2011
Elaboración propia a partir de datos del Eustat.
Esta disonancia entre lo que “espero de Internet” y lo que “Internet puede hacer por mí” en el campo de aquellos aspectos relacionados con el bienestar social y la calidad de v
ida, nos permite trabajar con la hipótesis de que, detrás de esas diferencias de uso de las TIC, existen claros desencuentros entre determinados colectivos (personas mayores, personas desempleadas con perfiles formativos bajos, personas residentes en zonas rurales…) y el v
erdadero potencial de la red (servicios, contenidos…).
Ello nos ha impulsado a incorporar en el capítulo de Recomendaciones la urgencia de intensificar las acciones de formación, talleres demostradores, etc. destinados a colectivos en brecha digital de uso y focalizados específicamente en las posibilidades de las TIC en aquellos aspectos que conecten con sus centros de interés y posibilidades de mejora de calidad de v
ida y bienestar (aspectos como el envejecimiento positivo en las personas mayores; búsqueda de empleo y formación entre la población desempleada; intensificación del uso de las TIC en los diseños formativos de la formación ocupacional, etc.).
Como complemento, se recomienda igualmente el uso de dispositivos que ya han conseguido su popularización y aceptación entre la práctica totalidad de capas de la población, como es el teléfono móvil, para amplificar así las potencialidades de este tipo de acciones y su nivel de impacto.
3.6. Brecha digital de apropiación
Continuando con el análisis desde la perspectiva del modelo de empoderamiento digital, un tercer estadio de madurez es el de la apropiación de las TIC. Esto es, ese momento en el que las personas son conscientes de que las TIC les reportan unos beneficios y mejoras a sus v
idas, motivándoles a hacer un uso más intensivo y avanzado de ellas. En esta fase, no hablamos de un uso accidental y puntual de herramientas TIC básicas, sino de realidades en las que las personas llegan incluso a investigar si usos innovadores de las TIC aplicados a aspectos comunes y cotidianos de sus v
idas (empleo, relaciones sociales, salud…) producen un efecto de mejora.
Por tanto, para abordar el análisis de la brecha digital de apropiación, hemos querido averiguar cuáles son los motivos que se encuentran detrás de esas personas que se conforman o han alcanzado un uso básico de las TIC y no pueden o no desean avanzar más en su particular proceso de maduración digital.
Para ello, hemos v
ertebrado el análisis en torno a aquellos aspectos que hemos considerado claves en la apropiación de las TIC:
ventaja en sus
vidas. Un porcentaje que asciende preocupantemente hasta un 20% en el caso de las personas mayores de 55 años. Por otra parte, el 65,5% de las personas inmigrantes usuarias de Internet afirma que las TIC han mejorado especialmente sus relaciones sociales, si bien no creen que les favorezca la búsqueda de empleo o sean el origen de una mejora en sus condiciones laborales en Euskadi. Una reflexión que es compartida por la población de Euskadi usuaria de Internet con estudios primarios o inferiores, entre los cuales solo el 1,3% percibe que las TIC haya mejorado su situación laboral. ¿Qué se esconde entonces detrás de estas cifras? El análisis nos muestra que existe una clara correlación entre el nivel de conocimiento sobre las TIC y su frecuencia de uso y la percepción de los beneficios de su uso (un conocimiento TIC más básico y una baja frecuencia de uso se corresponden con una baja percepción de utilidad o impacto en nuestra calidad de
vida). Esta afirmación se evidencia, por ejemplo, en un mayor reconocimiento de la utilidad de las TIC en usos avanzados como la tramitación con las administraciones, realización de gestiones con la banca, búsqueda de empleo, o realización de compras por Internet entre aquellas personas con un perfil de conocimiento TIC alto, y que realizan un uso intensivo de estas herramientas. Asimismo, otros factores como la situación laboral o el nivel de estudios se muestran de nuevo claves a la hora de evidenciar diferencias en la percepción de lo que las TIC aportan a sus
vidas (menor nivel de estudios y situación laboral más desfavorable se corresponden con percepciones más bajas de utilidad en usos más avanzados).
vidas, podríamos estar perdiendo oportunidades en diferentes ámbitos de nuestras
vidas (relaciones sociales, trabajo, estudios, etc.), o incluso incrementar nuestras posibilidades de padecer una brecha social. Cuando le preguntamos a la ciudadanía de Euskadi sobre cuáles son los principales riesgos de no usar las TIC, los tres primeros puestos de su ranking están ocupados por: la falta de información, quedarse obsoletos y desactualizados, y el aislamiento social. En otras palabras: no estar bien informados, no estar actualizados y no contar con unas buenas relaciones sociales. Un 11,1% declara no creer que ello implique algún tipo de desventaja o riesgo. Al tratar de ponerle cara a este porcentaje, descubrimos (tal y como se muestra en el informe) que son precisamente aquellos colectivos más
vulnerables a sufrir brechas digitales los no relacionan el no uso de las TIC con ningún tipo de riesgo.
ver en ocasiones con brechas de aprendizaje, o con dificultades a la hora de identificar cuáles son las competencias digitales que necesito, o dónde dirigirme para adquirirlas.
¿Es consciente la gente de que se encuentra inmersa en un itinerario de empoderamiento digital y que tiene capacidad o necesidad de continuar avanzando? Un 15,4% de la población encuestada declara que no percibe ninguna necesidad de seguir aprendiendo o profundizando en el uso de las TIC, se conforman con lo que actualmente está a su alcance. Este porcentaje nos habla también de un amplio sector de la población v
asca usuaria de Internet que sí reconoce necesidad o deseo de seguir aprendiendo. ¿Y cómo lo hacen?
El 94,5% de la población declara que el aprendizaje sobre TIC ha sido mayoritariamente autodidacta (o combinando esta metodología con acciones formativas puntuales). Un hecho predominante especialmente en los grupos de edad más jóvenes. Cuando ponemos el foco de análisis en las acciones formativas públicas o privadas destinadas a la formación TIC, personas mayores y personas con diversidad funcional son quienes hacen uso de esta modalidad en mayor medida.
¿Y es entendido este proceso de aprendizaje como un continuum que requiere de una actualización constante? Lo que deja bien claro las cifras es que, al menos, esta actualización no se v
incula a la realización de cursos. Un 53,3% de la población encuestada que ha realizado cursos sobre TIC lo ha hecho hace más de dos años, de los cuales un 33,7% ha realizado el último curso hace más de cinco años.
Hemos querido investigar si se percibe la conexión entre las competencias TIC y su utilidad en ámbitos v
itales como el empleo. Así, ante la pregunta de si cree que tiene las competencias digitales que requiere el mercado laboral actualmente, un 15% declara que no, junto a un 25% que dudan o directamente no lo saben. ¿Y conocen dónde deberían acudir para adquirir dichas competencias? Un 25,7% de las personas encuestadas declara no saber a dónde acudir en caso de tener que adquirir dichas competencias digitales aplicadas al mundo laboral.
(Ilustración 6)
Personas de 16 y más años usuarias de Internet por respuesta a la pregunta “¿Sabría dónde adquirir los conocimientos sobre competencias digitales que el mercado laboral demanda hoy en día?” (%), 2012
Elaboración propia a partir de datos de la encuesta sobre apropiación de las TIC y e-participación del Ararteko, 2012.
Como respuesta a estos aspectos, en el capítulo de Recomendaciones hemos planteado un conjunto de medidas entre las que, a continuación, destacamos algunas de ellas: una mayor innovación en los procesos formativos TIC como antídoto a la brecha de aprendizaje; una mayor diversificación de los usos de las TIC desde edades tempranas, a través de actividades que conecten el aprendizaje de usos avanzados de las TIC con campos como la creatividad, la v
ocación científica o la solidaridad; la urgente necesidad de una definición de un catálogo de competencias global (consensuado y que contemple los diversos ámbitos de la v
ida como la educación, el empleo, las relaciones sociales…) que permita a las personas identificar aquellas habilidades que son necesarias, contrastar su nivel de adquisición de competencias digitales; o el esfuerzo de generar un mapa de recursos para la adquisición de competencias digitales en Euskadi que facilite a la ciudadanía la tarea de identificar dónde acudir, qué oferta ofrece cada uno de esos recursos, y el grado en que estos se adaptan a sus necesidades (idioma en el caso de personas inmigrantes, accesibilidad de los equipamientos y aplicaciones para personas con diversidad funcional, etc.).
3.7. Brecha digital de participación
El cuarto estadio del empoderamiento digital, el de la e-participación, implica que la persona cuenta con un nivel de apropiación de las TIC adecuado, y es capaz de utilizarlas para participar en las esferas social y pública con el ánimo de tener un mayor protagonismo en la toma de decisiones y en la transformación de su entorno. El desconocimiento del uso exigido de las TIC para determinadas acciones, o la incapacidad de participar en determinados canales (problemas de accesibilidad, por ejemplo), son solo algunos de los motivos que pueden generar una importante brecha digital, privando de igualdad de oportunidades a determinados colectivos a la hora de poder ejercer su derecho a la participación a través de las TIC.
En la actualidad, convergen v
arias situaciones que nos deben invitar a la reflexión. Por una parte, un creciente malestar social que ha reavivado la necesidad pública de alzar la v
oz y exigir una mayor transparencia en la gestión y una mayor participación en la toma de decisiones. Por otro lado, un movimiento internacional en el que se promulga la apertura de los gobiernos, la transparencia, y la puesta en marcha de nuevos mecanismos y recursos que favorezcan la participación ciudadana.
Casar estos dos cauces no resulta sencillo. Por una parte, porque modelos de éxito de un contexto no tienen porqué funcionar en otro, y por otra parte, porque es necesaria una cultura participativa que favorezca el empoderamiento de la ciudadanía.
A la hora de afrontar el análisis de la brecha digital de participación, hemos identificado algunas cuestiones que entendemos imprescindibles para tratar de identificar las barreras y, por tanto, poder plantear recomendaciones de mejora. Se trata de:
voluntad de participar (¿realmente queremos participar?).
Las primeras cifras al respecto no son especialmente alentadoras. El 37,4% de la población encuestada declara que le gustaría participar más. Esto significa que el 60,6% de la población v
asca encuestada no muestra interés en practicar una mayor participación. Una participación en la que, en el caso de aquellas personas que sí desearían participar más, un 39,9% preferiría que fuera a través de Internet, frente a un 28,6% que apuesta por los canales presenciales.
Entre la población inmigrante que reside en Euskadi, el porcentaje de personas a las que les gustaría incrementar su participación en las esferas social y pública asciende hasta un 75,1% (una diferencia a su favor de unos 35 puntos porcentuales respecto a la población no inmigrante). Una participación que, en contraste con la de aquellas personas no inmigrantes, está mucho más orientada al beneficio social en v
ez que al beneficio personal.
Siguiendo con este hilo de análisis, encontramos una de las claves en una cifra reveladora: el colectivo de inmigrantes es uno de los que, en mayor medida, percibe que su participación resulta al final de poca utilidad.
(Ilustración 7)
Personas de 16 y más años usuarias de Internet según percepción de utilidad (personal o colectiva) de su participación y población inmigrante (%), 2012
Elaboración propia a partir de datos de la encuesta sobre apropiación de las TIC y e-participación del Ararteko, 2012.
Esta afirmación, que en principio podría resultar totalmente contradictoria con el resto de datos aportados anteriormente, pone de manifiesto la existencia de un choque entre el interés, el deseo de participar y nuestra percepción sobre su utilidad. ¿Tal v
ez por falta de transparencia en los procesos de participación? ¿Falta de información sobre el impacto que produce nuestra participación? ¿Limitación de los canales disponibles actualmente?
Estas afirmaciones podrían ser trasladadas perfectamente a la participación, a la de toda la v
ida, a la que no lleva la “e” delante. ¿Qué papel juegan entonces las TIC en la participación ciudadana?
La investigación pone de manifiesto que un mayor uso de las TIC (por ejemplo, un mayor uso de Internet) tiene una relación directa con una mayor v
oluntad de participar, una mayor percepción de la utilidad de esta participación, y un incremento en el objetivo de lograr el beneficio social y participar en la toma de decisiones como principales motivaciones a la hora de participar. Por tanto, parece que sería totalmente desaconsejable dar la espalda a esta oportunidad. Analicemos por tanto otra de las aristas de la participación que resulta imprescindible: la disponibilidad de canales para participar. ¿Cuál es el estado del arte de los medios y canales habilitados por las administraciones v
ascas1 para facilitar la participación ciudadana a través de los canales digitales?
Con carácter general, podemos destacar algunos de los errores más comunes y que desde el enfoque seguido en este informe entendemos como barreras para la participación ciudadana a través de dichos canales:
va a seguir (responsables de cada fase, etc.).
valoraciones de quien ha iniciado el proceso participativo de esas aportaciones, cómo están siendo tratadas, quién y dónde, cómo se
van incorporando a la toma de decisiones…).
valorar cómo evoluciona, e incluso, si fuera necesario, proponer nuevos procesos participativos para su reorientación en caso de que esta fuera necesaria.
Así pues, los datos nos orientan a la hora de redactar las recomendaciones para el fomento de la e-participación hacia un horizonte en el que habría que poner en marcha nuevas acciones de difusión y divulgación; v
isibilidad de buenas prácticas sobre participación ciudadana que se están llevando a cabo actualmente o la creación de la figura de mentores para la e-participación, encargados de dinamizar la participación desde lo local a través del uso de las TIC, para trabajar las posibles barreras derivadas de aspectos como la v
oluntad y motivación de participar, o la utilidad de la participación.
Igualmente, se desprende la necesidad de hacer hincapié en la ejecución de medidas que incrementen y garanticen las posibilidades de participación ciudadana a través de las TIC a todas las personas, a través de acciones para la garantía de la accesibilidad y usabilidad en los canales habilitados; el aprovechamiento de la penetración social del móvil para el desarrollo de nuevos servicios de m-government; así como el desarrollo de un marco estratégico y normativo que garantice el derecho a la participación de la ciudadanía (tanto desde el Gobierno V
asco, como desde las diputaciones y ayuntamientos) a través de la redacción de planes directores, estrategias y normativas (ley, decreto, reglamentos) en la que se regulen los objetivos de forma clara y concisa de la participación ciudadana, los mecanismos que serán habilitados, cómo será su gestión, el papel de las TIC o las garantías de recursos para sus sostenibilidad.
1 Datos referidos al análisis de las administraciones públicas invitadas a colaborar durante el proceso de investigación, debidamente detallado en el apartado metodológico del presente informe extraordinario.
3.8. Cuadro detalle de las recomendaciones del Ararteko a las diferentes administraciones públicas v
ascas y entidades para afrontar las brechas digitales
El siguiente cuadro ofrece un cruce entre las diferentes recomendaciones que se realizan en el presente informe extraordinario y las brechas digitales de acceso, uso, apropiación y participación. Facilitando así una mejor compresión entre el encaje de la realidad identificada y las propuestas de mejora.