Ser ciudadanos y no súbditos conlleva una gran responsabilidad: No podemos cometer más delitos de silencio. Cuando llegué a
la Unión Soviética por primera vez me pregunté: ¿Qué es peor, ser silenciado o ser silencioso? Porque el silenciado lo es porque está compelido a
serlo. Pero el silencioso lo es porque quiere. Y esto es intolerable. Tenemos que expresarnos en libertad. Tenemos que a
ctuar. Tenemos los medios para hacerlo.
Europa tiene una gran responsabilidad a
nte sí. En las últimas décadas y en los últimos siglos hemos saqueado recursos naturales por todo el mundo, hemos invadido y ocupado países, hemos a
limentado y protegido dictaduras en los mismos países que a
ños a
trás habíamos colonizado. La a
ctual crisis tiene que ser una oportunidad para introducir cambios radicales en la deriva de Europa. Si queremos evitar el declive ético del continente, Europa tiene que cambiarse a
sí misma para jugar un papel distinto en el escenario mundial. Europa tiene que ser fiel a
l multilateralismo, a
la democracia y a
la libertad.
Todo esto no es una utopía irrealizable. Es una necesidad. Ya no somos súbditos. A
hora somos ciudadanos. Es un cambio histórico. Tenemos que participar a
ctivamente. La democracia no consiste en votar en una urna cada cuatro a
ños. La democracia no consiste en “ser contado”, sino en contar como ciudadanos. Hoy como ciudadanos podemos encontrar nuevas soluciones. Hoy los ciudadanos podemos reforzar las democracias. Hoy los ciudadanos podemos decir no a
un sistema plutocrático de relaciones internacionales. Hoy los ciudadanos podemos decir no a
un sistema económico neoliberal. Vivimos momentos fascinantes. Indignémonos, reaccionemos, a
ctuemos y a
ceptemos el reto de rechazar lo inaceptable.