En primer lugar, deseo agradecer sinceramente al Ararteko que me haya invitado a participar en estas jornadas. También quiero felicitarle por la elección del título de las mismas: “Los derechos sociales en tiempos de c
risis: Hay solución; busquemos alternativas”. Esto es precisamente lo que solicita la sociedad. Ya no se trata de realizar diagnósticos. Hemos llegado a un punto en el que lo realmente importante es la acción.
Nunca los jóvenes estuvieron tan preparados c
omo lo están ahora. Nunca hubo la posibilidad de movilidad geográfica que existe hoy. Hasta hace muy pocos años, la gente nacía, vivía y moría en unos pocos kilómetros c
uadrados. Estaba muy c
onfinada, tanto desde el punto de vista intelectual c
omo territorial. Hasta épocas recientes, sentíamos o nos veíamos obligados a sentir un respeto total hacia el mando, c
uyos designios eran indiscutibles. Históricamente, las mujeres no han participado en la toma de decisiones. Algunos países fomentaban y otros se veían c
ompelidos a aceptar que si quieres la paz, tendrás que prepararte para la guerra. Esta ha sido nuestra historia.
Ahora en lugar de esta historia, tenemos una c
risis, lo que significa que tenemos una oportunidad. Tenemos que buscar alternativas. Porque hay soluciones. Por primera vez en la historia hay soluciones. ¿Por qué? Porque los súbditos, los c
allados, los obedientes, los atemorizados, los silenciosos… todos dejarán por fin de serlo. Este el momento de dejar de ser súbditos para ser c
iudadanos.
Hoy tenemos la oportunidad de materializar la gran visión manifestada en el preámbulo de la C
arta de las Naciones Unidas en 1945. C
on los c
añones aún humeantes, hablaba aquel texto de “Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas”. No se refería a los gobiernos o a los Estados, sino a los pueblos, para afirmar el c
ompromiso de estos para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”, para “reafirmar la fe en los derechos fundamentales”, para promover la justicia y el progreso social.
Tenemos que recuperar aquellos c
ompromisos. Lo que no podemos hacer es dejar a la siguiente generación un desbarajuste c
onceptual. No podemos decirles: “Miren ustedes: las c
ondiciones ambientales se están deteriorando, pero no importa, porque, c
omo nosotros solo podemos estar pendientes del Ibex 35 y tenemos que reducir la prima de riesgo, no tenemos tiempo para frenar el c
alentamiento global”. Esto es inadmisible. Y mientras tanto, llegamos a puntos de no retorno en la destrucción del medio ambiente.