II.7. Avanzar hacia una gobernanza económico-financiera europea
Además de las medidas que habrían de adoptarse a corto plazo, muchos analistas coinciden en la idea de que la Unión Europea debería avanzar en la dirección de una mayor unión económica, fiscal y presupuestaria, alumbrando un verdadero gobierno económico. Sería deseable para ello que empezase a construirse una ar
quitectura financiera que dé solidez y sostenibilidad al sistema financiero, con el fin de que las administraciones públicas, las empresas y los particulares no estén desprotegidos y sin capacidad de maniobra para atender sus necesidades de financiación. Puede ser razonable que se impongan para todos criterios de contención de déficits y deudas, así como normas estrictas para evitar que las deudas públicas y privadas incurran en la asunción de riesgos excesivos. Pero, en todo caso, la presente crisis ha puesto de manifiesto que para que las autoridades políticas democráticas no vuelvan a estar al albur de intereses privados espurios y de los vaivenes de los mercados financieros se hace preciso que la Unión Europea construya una ar
quitectura financiera que garantice la primacía de la política sobre los mercados financieros, en definitiva que los representantes democráticos lleven el timón del barco. En esa ar
quitectura financiera, los poderes públicos habrían de tener un papel decisivo, mediante la constitución o el reforzamiento de entidades financieras públicas y por medio de la acción normativa e inspectora, que ponga límites y condicione la actuación de las entidades financieras privadas.
Hay propuestas que pretenden hacer realidad el objetivo señalado, que van sumando apoyos entre los expertos, las organizaciones sociales y la ciudadanía y que entendemos deberían ser tomadas en consideración. Resulta necesario que existan poderosas herramientas financieras de naturaleza pública. La Unión Europea debería contar con una potente banca pública (dando un nuevo papel, por ejemplo, al Banco Europeo de Inversiones o creando una entidad nueva). Cabría plantearse que el Banco Central Europeo se transforme en una entidad similar a la Reserva Federal de EE. UU.
Se ha propuesto, por otra parte, la creación de una agencia pública europea de calificación de riesgos que rompa el oligopolio que constituyen las ar
chiconocidas tres agencias privadas de calificación, que sirven a intereses privados.
Sean las que fuesen las soluciones técnicas, lo que resulta insoslayable para proteger y dar estabilidad y sostenibilidad al modelo de Estado social y democrático de derecho que conocemos es ar
ticular mecanismos, entidades y herramientas financieras públicas en el marco de la Unión Europea.
Hacemos nuestras, por otra parte, las ideas que, para servir a los intereses generales derivados del objetivo señalado en el párrafo precedente, propugnan una mayor regulación del mercado financiero, que se ponga fin a los paraísos fiscales, que se prohíban determinadas operaciones financieras altamente especulativas (por ejemplo, las llamadas ventas en corto) que pueden producir daños enormes a las haciendas y a las bolsas de los países más vulnerables, y que, asimismo, se impongan cargas impositivas a las transacciones financieras internacionales, que en la actualidad están exentas de tributación.
El sistema financiero debería estar al servicio de la economía productiva, de la economía real. Además, habría de estar regulado y controlado para evitar que se vuelvan a producir actuaciones especulativas e incompetentes de algunos de sus gestores que ocasionen, como ha ocurrido en la presente crisis, terremotos de gran magnitud en el sistema económico-productivo, en el sector público y en el tejido social, como está ocurriendo desde septiembre de 2008.