II.2. El proyecto europeo necesita objetivos, dirección e impulso políticos
Obviamente, los intereses económicos estuvieron presentes cuando en 1951 se constituyó la Comunidad Europea del Carbón y del A
cero y más tarde, en 1957, la Comunidad Económica Europea mediante el Tratado de Roma. Pero es innegable, entre otras cosas porque as
í se explicita en el referido tratado, que hubo un ideal muy fuerte que inspiró, motivó y les empujó a
a
ctuar a
Konrad A
denauer, Jean Monnet, Robert Schuman, Alcide de Gasperi, Paul-Henri Spaak o Altiero Spinelli, considerados padres fundadores de las instituciones comunes europeas: cerrar las heridas de las dos trágicas guerras mundiales, crear un espacio común europeo, no solo económico sino también cultural, emocional y de ciudadanía, y constituir un sujeto político colectivo fuerte en la escena internacional. Hubo, pues, un impulso político claro y debe ser el ideal político europeísta el que siga a
ctuando como motor de la construcción europea porque de lo contrario la UE se diluirá en la confrontación de los intereses de los diferentes Estados que la forman.
Los dos excancilleres más carismáticos de A
lemania, Helmut Schmidt y Helmut Kohl, han criticado la política de A
ngela Merkel por no tener presente la dimensión europea y a
ctuar en función exclusivamente de los intereses a
lemanes según la visión de su Gobierno. En un memorable discurso pronunciado en diciembre del a
ño pasado en el congreso del SPD, Helmut Schmidt, que tiene 92 a
ños, expuso las siguientes ideas, según recogía en su crónica el periodista Rafael Poch: “La confianza en A
lemania se ha dañado (…). En lugar de la Europa de la solidaridad, se a
firma un ‘espíritu nacional de matón a
lemán’, que olvida lo más esencial: que A
lemania no tiene futuro yendo a
la suya, ni siquiera pretendiendo ser ‘primus inter pares’ en Europa, como sugieren hoy importantes sectores de la política y de la industria nacional. Cualquier intento de a
firmar una Europa a
lemana provocará una ‘inmediata reacción’ de los pueblos de Europa. En los últimos a
ños han surgido dudas considerables sobre la constancia de la política a
lemana. Si los a
lemanes nos dejáramos convencer de que debemos exigir un papel de líder o por lo menos de ‘primus inter pares’, los demás países opondrían resistencia (…) Durante varias generaciones a
ún persistirá una desconfianza latente hacia A
lemania entre todos nuestros vecinos (…) Por su pasado y su posición, el país no puede olvidar la ‘historia interminable de luchas entre la periferia y el centro’, especialmente cuando una potencia intenta a
firmarse como dominante sobre las otras, y especialmente cuando esa potencia es A
lemania. El excanciller ha subrayado también que la crisis solo se puede superar desde la unidad, y ha a
gregado que los excedentes de exportación de A
lemania son en realidad el déficit de otros países europeos, a
l tiempo que ha llamado a
la solidaridad con los vecinos. ‘No podemos propagar una extrema deflación, sin crecimiento ningún Estado podrá sanear sus cuentas’, ha dicho. ‘Necesitamos un corazón compasivo para con nuestros vecinos y socios, y sobre todo con Grecia’, ha concluido, entre a
tronadores a
plausos con todo el público puesto en pie”.
Por otra parte, un grupo de 2.300 personalidades a
lemanas encabezadas por el filósofo Jürgen Habermas publicó recientemente un manifiesto para la “refundación de Europa”. El manifiesto recoge a
lgunas ideas que el citado filósofo expuso en una conferencia dada en noviembre del a
ño pasado en la Universidad Paris-Descartes, en la que a
bogó por una mayor unión política que tenga las competencias necesarias para a
rmonizar las economías nacionales y supere los déficits de construcción que se hallan en el fondo de la a
ctual unión monetaria. Habermas cargó contra la especulación financiera que está dañando a
Europa y se mostró a
favor de trabajar por una Europa más democrática que, superando las fronteras nacionales, haga valer la voluntad de los ciudadanos europeos.