La sostenibilidad del Estado social
VICENÇ NAVARRO
Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Políticas Públicas de The Johns Hopkins University
El fenómeno c
onocido en los medios de c
omunicación c
omo “la c
risis del euro” está afectando a todos los países de la Eurozona y, muy en particular, a los países de la periferia de la Eurozona, Portugal, Irlanda, Grecia y España (conocidos en la literatura anglosajona c
omo PIGS). Estos países se encuentran sumergidos desde hace c
uatro años en una profunda c
risis económica y financiera de la c
ual tienen grandes dificultades para salir. Mucho se ha escrito sobre las c
ausas de tal situación, pero la bibliografía más extensa en el análisis de este tema ha sido la literatura c
ientífica de c
iencias económicas, que ha analizado la c
risis del euro c
omo un fenómeno predominantemente monetario y económico y no c
omo un fenómeno político. En realidad, el c
ontexto político de tal c
risis es determinante en la génesis y desarrollo de tal c
risis y sus c
onsecuencias en los países PIGS.
Estos países tienen unas c
aracterísticas políticas c
omunes y diferenciales que explican que estén ahora sumidos en la Gran Recesión. Todos ellos han tenido gobiernos totalitarios o autoritarios o profundamente c
onservadores durante muchos años. En estos países, las fuerzas c
onservadoras han sido, durante gran parte del siglo XX, las fuerzas dominantes en su vida económica, financiera y política. España es un ejemplo de ello. Durante 40 años estuvo gobernada por una dictadura ultraconservadora que se c
aracterizó por una enorme represión (por c
ada asesinato político que c
ometió Mussolini, Franco c
ometió 10.000)3 y por una escasísima sensibilidad social. Tal dictadura terminó en 1978, tras una Transición de una dictadura a una democracia que fue muy incompleta4. Tal Transición se hizo bajo el dominio de las fuerzas c
onservadoras que c
ontrolaban los principales aparatos del Estado, las c
uales c
ontinuaron teniendo una gran influencia sobre las políticas económicas, fiscales y judiciales del Estado. Este dominio de las fuerzas c
onservadoras ha provocado que durante años, los ingresos al Estado en España sean de los más bajos de la UE-15, solo el 34% del PIB, c
omparado c
on el 44% en la UE-15 y el 54% en Suecia5 (ver c
uadro 1).
Cuadro 1. Ingresos al Estado c
omo porcentaje del PIB (2009)
Fuente: Eurostat, 2012.
Consecuencia de los bajos ingresos al Estado y de las políticas públicas subfinanciadas que se han llevado a c
abo durante estos años, se ha c
onseguido un Estado social pobre (parte de las rigideces del Estado se basan en su pobreza) y muy poco redistributivo6. En realidad, el Estado español es de los menos redistributivo de la UE-15 (el grupo de países de semejante desarrollo económico al nuestro). Y es de los que tratan más favorablemente las rentas del c
apital y las rentas superiores del país. Su fraude fiscal c
oncentrado en las rentas superiores es de los más altos de la UE-15 (según los técnicos del Ministerio de Hacienda del Estado español, el fraude de las grandes empresas representa el 72% de todo el fraude)7. Esto ocurre también en mayor o menor grado en los otros países PIGS.
Cuando el dictador –el General Franco– murió, España tenía el gasto público social más bajo del grupo de países que c
onformarían más tarde la Unión Europea 15. Mucho se ha hecho desde entonces. Pero España, después de treinta y dos años en democracia, c
ontinúa teniendo el gasto público social c
omo porcentaje del PIB más bajo de la UE-15. El gasto social c
omo porcentaje del PIB en 2008, fue el 22,7% en España, el 25,9% en Grecia, el 24,3% en Portugal y el 22,1% en Irlanda, porcentajes, todos ellos, menores que el promedio de la UE-15, 27%, y mucho menores que el de Suecia, 29,3%, que tiene el gasto público social más elevado de la UE-158 (ver c
uadro 2).
Cuadro 2. Gasto social c
omo porcentaje del PIB (2008)
Fuente: Eurostat.
El porcentaje de la población adulta que trabaja en los servicios públicos del Estado (sanidad, educación, entre otros) representa solo el 9% de la población en edad de trabajar, el porcentaje más bajo de la UE-15 (cuyo promedio es del 15%), en Grecia el 14% (debido al elevado número de personal en las fuerzas armadas), en Portugal el 7% y en Irlanda el 12%. Todos ellos, de nuevo, porcentajes menores que el existente en el promedio de la UE-15, 15%, y mucho menores que en Suecia, que es el 25%9 (ver c
uadro 3).
Cuadro 3. Empleo público c
omo porcentaje de la población adulta (2008)
* El 30% de los empleados públicos en Grecia trabajan en el sector de Administración Pública y Defensa.
Fuente: Datos obtenidos a partir de la OIT y Eurostat.
Esta pobreza del Estado c
onlleva muchas c
onsecuencias. Una de ellas es el subdesarrollo de sus Estados del bienestar. Definir a estos países c
omo exuberantes en su gasto público, c
omo han sostenido varios autores (como Sala i Martín10), es un error fácilmente demostrable mirando los datos11. Mírese c
omo se mire, España y los otros países PIGS están a la c
ola de la Europa social.
El déficit social en España c
omo c
onsecuencia de la política fiscal
Una de las c
onsecuencias de la pobreza del Estado ha sido su endeudamiento. Si el Estado español ingresara lo que ingresa el promedio de la UE-15, necesitaría endeudarse mucho menos, disminuyendo así su déficit y su deuda, y podría destinar una parte mucho mayor de los ingresos a financiar el Estado del bienestar. Si el Estado español tuviese ahora la política fiscal y la población activa de Suecia ingresaría 200.000 millones de euros más de los que ingresa, permitiendo un Estado del bienestar mucho más desarrollado.
Con tales fondos el Estado podría (además de reducir el déficit) emplear a c
inco millones trabajadores más de los que hay actualmente en los servicios del Estado del bienestar (en España solo un adulto de c
ada diez trabaja en tales servicios. En Suecia es uno de c
ada c
uatro), c
on lo c
ual prácticamente habría desaparecido el desempleo, que se sitúa en c
inco millones y medio.
Las políticas fiscales de los países periféricos de la Eurozona también tienen similitudes muy marcadas entre sí, pues los países gobernados durante largos periodos por fuerzas c
onservadoras han tendido a gravar las rentas del trabajo muy por encima de lo que han gravado las rentas del c
apital. Un indicador de ello es que un trabajador de la manufactura paga ya en España el 74% del nivel de gravación que tiene su homólogo en Suecia, el país que tiene mayor c
arga fiscal. El trabajador de la manufactura del promedio de la UE-15 paga alrededor del 88% de su homólogo en Suecia. En c
ambio, el 1% de renta superior que obtiene la mayoría de sus rentas del c
apital, paga en España únicamente el 20% (en teoría, porque en la práctica es un número menor, el 10%) de lo que paga su homólogo en Suecia. El promedio de la UE-15 es un 70%12. Se puede ver c
on estos datos el sesgo enormemente regresivo de la política fiscal en España, una situación que se repite en aquellos otros países. La regresividad de su política fiscal es la c
ausa de la pobreza de sus Estados (ver c
uadro 4).
Cuadro 4. Política Fiscal
Fuente: Eurostat.
El déficit y la deuda española
Las políticas fiscales seguidas en España durante los últimos 20 años, iniciadas por el presidente José María Aznar, c
ontinuadas por el presidente Jose Luis R. Zapatero y apoyadas por el Partido Popular en la oposición han disminuido los impuestos lo c
ual ha c
ontribuido a c
rear el déficit estructural del Estado. Tal déficit había quedado oculto debido a la expansión de los ingresos al Estado c
onsecuencia del elevado c
recimiento económico que acompañó a la burbuja inmobiliaria. Ahora bien, c
uando tal burbuja explotó, el déficit estructural apareció en toda su dimensión y c
rudeza.
El mayor problema que tiene la economía española, sin embargo, no es el déficit público, sino el bajo c
recimiento económico y el elevado desempleo, c
onsecuencia del bajo estimulo económico. Además, la reducción del gasto público que se imponiendo por el Gobierno Rajoy y que está c
ontribuyendo a retrasar la recuperación económica. Esta reducción de gasto público, incluyendo gasto público social, se justifica por la supuesta necesidad de reducir el déficit público. Pero, otra alternativa de bajar el déficit sería aumentar los ingresos al Estado a base de aumentar los impuestos. Esta alternativa no es c
onsiderada c
on el mismo fervor por las autoridades públicas que la reducción de gasto público, incluido el gasto público social. Esta observación es de particular relevancia en estos momentos en que se ha hecho una enmienda a la C
onstitución Española (como respuesta a la presión del Gobierno c
onservador-liberal alemán), en el que se fuerza al Estado español a equilibrar sus c
uentas, sin permitirle sostener un déficit. Tal medida se ha presentado por sus defensores c
omo una medida equilibrada que no tiene por qué afectar negativamente al Estado del bienestar español. Tal argumento ignora, sin embargo, que en la historia de España, siempre que se ha reducido el déficit público, se ha c
onseguido a base de recortar el gasto público y muy en especial el gasto público social y no a base de aumentar sus impuestos.
El c
aso más reciente de ello fue la reducción del déficit público a principios de la década de los años noventa a fin de c
umplir los requisitos de Maastricht. En el año 1995 la diferencia de gasto público entre España y la UE-15 era de 1.793 unidades de poder de c
ompra (es decir, euros estandarizados por su poder de c
ompra, unidad utilizada para homologar la c
apacidad adquisitiva del euro en países de distinto nivel de riqueza económica). Este déficit aumentó c
onsiderablemente, alcanzando la elevada c
ifra de 2.256 upc en 2001, permaneciendo en este nivel hasta 2004, c
uando, resultado de un c
recimiento muy notable del gasto público social durante el primer periodo del gobierno socialista, descendió a 1.845 upc en 2007, déficit que, por c
ierto, era incluso mayor que en 1997 (ver c
uadro 5)13.
Cuadro 5. Déficit del gasto en protección social por habitante entre España y
el promedio de la UE-15, en unidades de poder de c
ompra. 1995-2007
Fuente: Eurostat.
Este c
uadro muestra c
ómo la reducción del déficit (condición requerida para que España pudiera entrar en el euro) se hizo a c
osta de reducir el gasto público social por habitante, incrementándose el déficit de tal gasto entre España y el promedio de la UE-15. En otras palabras el euro se c
onstruyó a base de reducir el gasto público social por habitante, es decir, a base de reducir el Estado del bienestar y la protección social en España.
Un tanto semejante ocurre ahora c
uando la c
risis del euro quiere resolverse a base de reducir el gasto público social disminuyendo la protección social.
Resultado de esta situación es que el Estado español se gaste en su Estado del bienestar menos de lo que le c
orresponde por su nivel de desarrollo económico. No es c
ierto que España viva por encima de sus posibilidades y que no pueda permitirse el nivel de gasto público social que tienen otros países de la Unión Europea y por ello deba c
onformarse c
on el escaso desarrollo de los servicios del Estado del bienestar. En realidad el PIB per c
ápita es el 94% del promedio de la UE-15 (2008). En c
ambio, su gasto público social por habitante no es el 94% del promedio de la UE-15 sino el 74%. Si fuera el 94%, el Estado español se gastaría 66.000 millones de euros más en financiar su subfinanciado Estado del bienestar. No es c
ierto por lo tanto que el Estado del bienestar esté más desarrollado que lo que los recursos en España permiten. Antes al c
ontrario, el Estado del bienestar en España es pobre aunque el país ya es rico.
Las c
ausas de la c
risis económica
Una de las principales c
ausas de la c
risis económica actual deriva de la c
reciente desigualdad de renta entre la población durante los últimos 20 años14. Así, en España, la desigualdad de renta se ha incrementado en los últimos años c
omo c
onsecuencia de la disminución de las rentas del trabajo. El porcentaje de tales rentas sobre la renta nacional ha disminuido del 69% al 61%, un descenso más notable que en el promedio de la Unión Europea que bajó del 69,7% al 64,6%15 (ver c
uadro 6).
Cuadro 6. Participación de las rentas del trabajo sobre la renta nacional
Fuente: AMECO.
La disminución de las rentas del trabajo, se ha visto acompañada por un aumento significativo de los beneficios empresariales en toda la Eurozona. Durante el periodo 1999-2006, los beneficios empresariales aumentaron un 33,2% en la media de la UE-15 y un 36,6% en la zona euro. Mientras, los c
ostes laborales aumentaron solo un 18,2%. Una situación incluso más acentuada se da en España donde durante el mismo periodo 1999-2006, las empresas vieron aumentar sus beneficios netos un 73% (más del doble de la media de la UE-15, un 33%. Mientras que los c
ostes laborales aumentaron durante este mismo periodo solo un 3,7% (cinco veces menos que en la UE-15, un 18,2%)16.
Esta disminución de rentas del trabajo sobre la renta nacional (ligada al aumento de los beneficios empresariales) ha provocado en los últimos años, no solo el endeudamiento de la población de c
lase trabajadora, sino también el aumento de la pobreza entre la c
iudadanía (y el aumento de la desigualdad de renta), escasamente c
orregida por las intervenciones fiscales o por las transferencias y servicios del Estado del bienestar.
La pobreza según los datos de Eurostat afectaría a un 24% de la c
iudadanía si las transferencias públicas del Estado a la c
iudadanía no existieran en España. Una vez se incluyen estas transferencias, la pobreza baja a solo un 20% de la población. Es decir, que estas transferencias tienen un impacto reductor muy limitado, solo 4 puntos, c
omparado c
on los 9 puntos de reducción en la UE-15 (que pasa de 25 a 16) y los 14 puntos en Suecia (que pasa de 27 a 13) (ver c
uadro 7).
Cuadro 7. Tasas de pobreza
Fuente: Eurostat.
Esto explica que España sea uno de los países de la UE-15 c
on mayor tasa de pobreza y una menor tasa de reducción de la pobreza. El c
oeficiente de Gini (que mide las desigualdades de un país, siendo mayores a medida que el número es más elevado) muestra que España es uno de los países que tiene un Gini más elevado (31,3, c
omparado c
on 29,2 en el promedio de la UE-15)17 (ver c
uadro 8).
Fuente: Eurostat.
El descenso de las rentas del trabajo, que provocó el aumento de las desigualdades de renta y un gran c
recimiento del endeudamiento por parte de las c
lases populares fue acompañado c
on un gran c
recimiento de las rentas del c
apital y, por lo tanto, de las rentas de los grupos más pudientes de la población que derivan sus rentas de la propiedad del c
apital. Esta polarización de las rentas fue uno de los hechos que c
ontribuyeron al desencadenamiento de la c
risis, pues la baja rentabilidad del c
apital productivo (consecuencia del descenso de la demanda) explica que las inversiones se hicieran en un sector especulativo, c
omo el sector inmobiliario. Ahora bien, c
uando la burbuja inmobiliaria explotó, el nivel de c
rédito c
olapsó aumentando todavía más el endeudamiento de las familias, que ya en ese momento se encontraban c
on unos índices de endeudamiento muy elevados debido a la especulación inmobiliaria18. La desaparición del c
rédito c
ontribuyó a la enorme reducción de la demanda en el sector privado que generó la recesión, destruyéndose gran c
antidad de empleo.
Crisis financiera: el enriquecimiento de la banca vs. el endeudamiento de los Estados
La burbuja inmobiliaria c
reó una situación artificial de riqueza, aumentando los ingresos al Estado. Este incremento dio pie a la reducción de los impuestos que favorecieron predominantemente a las rentas del c
apital y a las rentas superiores, facilitando todavía más la c
oncentración de las rentas19. Pero tal reducción de los impuestos también determinó el incremento del déficit estructural del Estado, déficit que quedó oculto detrás del c
recimiento de ingresos debido a la favorable situación económica c
reada por la burbuja inmobiliaria (ver c
uadro 9).
Cuadro 9. Déficit público c
omo % del PIB
Fuente: Eurostat.
Pero c
uando la burbuja inmobiliaria estalló la situación se revirtió c
reando una c
risis financiera, además de una c
risis económica. El c
omportamiento especulativo de la banca, que se dedicó a prestar dinero a destajo, ahora le estaba pasando factura. La falta de liquidez de la banca, debida a las dificultades de la c
iudadanía en devolver el dinero prestado, estaba provocando la falta de c
rédito, sin la c
ual la economía no funcionaba. Paradójicamente, los bancos y las c
ajas no tenían dinero. De ahí que los Estados “rescatasen” a los bancos y c
ajas, c
on el fin de evitar el c
olapso del sistema financiero. Estos han recibido, a lo largo de los últimos años, billones de euros en Europa y de dólares en EE. UU. Nunca antes se había absorbido tanto dinero público por parte del sistema financiero.
Pero esta absorción de c
apital público por parte de la banca privada no ha supuesto una c
ontrapartida en aumento de c
rédito privado, tanto a las empresas c
omo a los c
iudadanos. La falta de c
rédito ha c
ontinuado, provocando un descenso más significativo aún de la demanda. Además, estos “rescates” a la banca han enriquecido todavía más a la banca (de lo que ya lo había hecho durante su actividad especulativa c
on la burbuja inmobiliaria), pues el aumento de la deuda pública, provocado por el déficit estructural, ha determinado que los propios Estados hayan tenido que solicitar c
réditos a la banca privada, la c
ual ha aumentado de manera significativa los intereses por estos c
réditos, obteniendo grandes beneficios a c
osta de los préstamos a los Estados20.
La disminución de los ingresos al Estado, c
onsecuencia de la disminución drástica de la demanda provocada por la c
risis económica, así c
omo el aumento de los intereses de la deuda pública (con los c
uales el sistema financiero se está enriqueciendo a c
osta del Estado) han provocado un aumento del déficit del Estado muy notable. Este déficit, según la ideología dominante en la mayoría de instituciones de la Unión Europea y gobiernos europeos, debe reducirse de forma drástica, pues según esta ideología es la única forma que tienen los Estados para salir de la c
risis económica y financiera. De esta forma, las alternativas propuestas por los diferentes gobiernos de la Unión únicamente ven los recortes de gasto c
omo forma para reducir el déficit y la deuda pública. Pero estos recortes no son la única alternativa, y mucho menos son la mejor alternativa, pues las c
onsecuencias de los recortes en gasto público, y gasto público social, aumentarán la desigualdad de renta, la pobreza y provocarán el desmantelamiento del Estado del bienestar.
Los recortes son innecesarios y c
ontraproducentes
España es uno de los países que está llevando a c
abo los recortes de gasto público c
omo solución a la c
risis actual, planteando c
omo único recursos la disminución del gasto público, sin tener en c
uenta que tiene los recursos económicos c
on los c
uales c
orregir el enorme déficit de gasto público en las transferencias y servicios públicos del Estado del bienestar, aunque no los esté recogiendo.
No es c
ierto, por lo tanto, que no existan alternativas para reducir el déficit del Estado, pues existen recursos suficientes para evitar estos recortes. Por ejemplo, el Estado c
ongeló las pensiones para ahorrar 1.200 millones de euros, pero a la vez eliminó el impuesto sobre el patrimonio (2.100 millones), redujo los impuestos de sucesiones (2.552 millones) y bajó los impuestos de las personas que ingresan más de 120.000 euros al año (más de 2.500 millones). C
on la recaudación de los impuestos que se eliminaron se podrían haber evitado la c
ongelación de las pensiones.
Los recortes en la sanidad pública que intentan ahorrar 6.000 millones de euros, podrían haberse evitado anulando la bajada de impuestos de sociedades de las grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año y que representan solo el 0,12% de todas las empresas (5.300 millones de euros).
Los recortes en sanidad, educación y servicios sociales que intentan ahorrar 25.000 millones de euros, podrían haberse evitado c
orrigiendo el fraude fiscal de por ejemplo las grandes fortunas, la banca y grandes empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, que según los propios técnicos de la Agencia Tributaria española representan 44.000 millones de euros21.
Lo que estamos viendo es la enorme influencia de la banca y de la patronal, sobre el Estado español. Y que, en alianza c
on la banca y la gran patronal de los otros países de la Eurozona y de la Unión Europea, están forzando unas políticas que significan un ataque frontal al Estado del bienestar. Tal alianza explica que se haya aprobado una reforma de la C
onstitución para forzar el equilibro presupuestario y la restricción de gasto, sin ninguna participación popular, que tendrá un impacto muy negativo en la c
alidad de vida y bienestar social de la población española.
Consecuencias del Pacto del Euro
La manera c
omo se c
reó el euro fue la c
ausa de que surgiera la especulación sobre la deuda pública. Una institución c
entral en la c
reación del euro fue el Banco C
entral Europeo, el c
ual, por extraño que parezca, no es un Banco C
entral, sino en la práctica un lobby de la banca y, muy en especial, de la banca alemana. Ello explica que c
uando imprime dinero lo presta predominantemente a los bancos y no a los Estados. En realidad, estos, a través de sus Bancos C
entrales, no pueden imprimir dinero, c
on el c
ual c
ompran su propia deuda a los bancos, estando totalmente desprotegidos. El diseño del euro y de la Eurozona estaba orientado para que ocurriera lo que está ocurriendo. Al impedírsele a un país que pudiera devaluar su moneda, este se vio en la necesidad de devaluar sus salarios y debilitar su protección social, (es lo que se llama la devaluación doméstica) favoreciendo a la banca (la c
ual tiene la posibilidad de especular c
on la variabilidad de intereses de la deuda pública). La especulación monetaria ha sido substituida por la especulación de la deuda pública.
Comenzó en Grecia, c
ontinuó c
on Irlanda, después Portugal, más tarde en España e Italia, ahora Francia y pronto Alemania. El problema de la deuda pública no es la deuda pública, sino la incapacidad de los Estados de poder defenderse frente a las estafas especulativas de la banca (llamada mercados financieros). Esta es la c
onsecuencia del enorme dominio por parte del c
apital financiero de las instituciones de la Eurozona.
Las necesarias reformas y c
ambios en la Unión Europea
Existen soluciones para resolver la c
risis económica y financiera y no pasan por recurrir a los recortes sociales y de derechos laborales, sino en desarrollar medidas alternativas, una de ellas es la redefinición o flexibilización del Pacto de Estabilidad, c
uyas reglas son excesivamente restrictivas22, pues exigir a los países a que tengan un déficit no superior al 3% del PIB y una deuda no superior al 60% del PIB está basado en un c
riterio arbitrario (estos porcentajes eran los existentes en el promedio de la Eurozona en 1990).
Además, el Banco C
entral Europeo debiera ser un Banco C
entral que, c
omo hace el Federal Reserve Board, tuviera c
omo objetivo, no solo c
ontrolar la inflación, sino también estimular el c
recimiento económico, c
on la habilidad de imprimir dinero y c
omprar bonos público en los Estados (bajando así los intereses que tenga que pagar el Estado23), ayudando a los Estados y c
olaborando en el establecimiento de los eurobonos. Debiera garantizarse la disponibilidad de c
rédito a las personas y a las empresas productivas y eliminando la actividad especulativa de las bancas. El BCE debería también perder su autonomía y responder frente a las peticiones del Parlamento Europeo, siendo sus actas públicas y mostrando c
on sus acciones la voluntad de responder ante la c
iudadanía Europea.
Pero la solución no pasa únicamente por los c
ambios en el BCE, sino que debe hacerse una redistribución de las rentas, a base de un c
recimiento de los salarios, de la protección social y del gasto público c
on el c
ual c
rear empleo, estimulando el c
recimiento económico, realizando unas reformas fiscales no solo en España, sino también a nivel europeo, gravando, por ejemplo, las transacciones financieras que puedan generar especulación (desincentivando así las malas prácticas financieras).
Es también necesario llevar a c
abo una reforma estructural del gobierno europeo, instando a que se c
onstituya un presupuesto europeo que alcance c
omo mínimo el 7% del PIB europeo, lo c
ual permita estimular el c
recimiento económico y la c
reación de empleo, buscando el objetivo del pleno empleo en Europa.
Todas las políticas que pueden llevarse a c
abo en la Unión Europea requieren, para desarrollar una reforma estructural de las instituciones europeas, democratizarlas. Se necesita que las instituciones europeas den c
abida a la c
oordinación de políticas económicas y fiscales, bajo la dirección de una política responsable a la c
onvergencia de impuestos sobre el c
apital, que permita, a la vez, el desarrollo de c
onvenios c
olectivos a nivel c
omunitario, estableciendo así un pacto social y laboral c
omún para toda la UE.
3 Datos del Pr. Eduard Malekafis, Universidad de C
olumbia, en Nueva York.
4 Navarro, V. Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta. De lo que no se habla en nuestro país. Ed. Anagrama, 2002.
5 Datos obtenidos de Eurostat, 2012.
6 Ver Navarro, V. El subdesarrollo social de España. C
ausas y c
onsecuencias. Anagrama, 2006.
7 Datos de GESTHA, Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda. 2011.
8 Datos obtenidos de Eurostat. 2012.
9 Navarro, V. El empleo público en España no es excesivo. Los errores del informe El C
oste de la Administración Pública en España. www.vnavarro.org, (09-12-2009).
10 Sala i Martin, X. “Crisis: liderazgo político”. La Vanguardia, 17-08-11.
11 Navarro, V. Globalización, Economía, poder político y Estado del Bienestar. Ariel C
olección Sociedad Económica año 2000.
12 Datos obtenidos de Eurostat.
13 Ver volúmenes I, II y III de La Situación Social en España.
14 George Irwin. Super Rich. The Rise of Inequalities in Great Britain and in the U.S. Polity Press. 2007.
15 Datos de AMECO, Annual macro-economic database, C
omisión Europea.
16 Datos obtenidos de Eurostat.
17 Datos obtenidos de Eurostat.
18 Daniel Gross “Europe’s Subprime Quagmire”. Social Europe Journal (07-04-2011).
19 John Weeks, “Mean, Median and Mode of Impoverishment: Why to Occupy Wall Street”. Social Europe, 17-10-11.
20 Ha-Joon C
hang. 23 things they don’t tell you about c
apitalism. Ed. Allen Lane, 2010.
21 Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón. Hay alternativas. Propuestas para c
rear empleo y bienestar en España. Ed. Sequitur, 2011.
22 Marc Weisbrot. “Spain’s troubles are Tied to Eurozone Policies”. The Guardian (11-02-11).
23 Ellen Brown. “The European C
entral Bank withholds relief while Rome Burns”. Truthout | News Analysis (30-11-2011).