5.1. Informe extraordinario sobre El papel de las instituciones vascas respecto a los consumos de drogas de la adolescencia
El día 19 de abril de 2010 se entregó a la presidenta del Parlamento Vasco el informe extraordinario sobre El papel de las instituciones vascas respecto a los consumos de drogas de la adolescencia, que fue presentado, posteriormente, en fecha 23 de junio de 2010 ante la Comisión de Derechos Humanos y Solicitudes Ciudadanas de la cámara vasca.
El informe responde a una petición del propio Parlamento Vasco y aborda una cuestión que suele ser frecuente objeto de debate y de preocupación social: la relación, muchas veces problemática, entre las drogas y los y las adolescentes.
En este caso no estamos ante un tema ni mucho menos desconocido, sino ante una cuestión que ha sido investigada en numerosos estudios anteriores, al menos durante los últimos 25 años.
La mayoría de esos estudios, ya publicados, son epidemiológicos, y nos aportan los datos necesarios para conocer la evolución que va experimentando esa relación entre las personas menores de edad y las drogas.
Todo esto se tuvo en cuenta a la hora de debatir y decidir el enfoque de este informe, y, por ello, el informe pretende aprovechar los datos de los estudios anteriores, ya conocidos, pero quiere ir más allá: analiza, principalmente, cuáles están siendo las respuestas que las instituciones (locales, autonómicas…) ofrecen a esas realidades cambiantes, con qué resultados, qué opinan sobre ellas los diferentes agentes, cuáles son las líneas de actuación que hay que reforzar o que exigen mejoras… Se centra, pues – como queda reflejado en su propio título–, en la respuesta institucional, en el papel de las instituciones vascas respecto a esos consumos.
Los datos nos muestran que la relación entre drogas y adolescencia está muy extendida en nuestra sociedad. Pero, aunque es cierto que la mayoría de la población escolar experimenta en algún momento con alguna o algunas drogas (especialmente con el tabaco, el alcohol o el cannabis), resulta igualmente cierto que no continúa consumiéndolas de forma periódica a lo largo del tiempo. Es importante, por tanto, que diferenciemos entre consumos esporádicos, consumos habituales, consumos de grave riesgo, dependencia… Afortunadamente, una buena parte de la población adolescente o no consume o practica un consumo esporádico, asociado muchas veces a su propio proceso evolutivo, a modo de experimentación o como una forma de integración en el grupo de iguales. Esto no significa que vaya a ser en el futuro, necesariamente, una persona drogodependiente.
El informe se estructura en dos grandes partes con entidad propia: una primera, centrada en los "Datos", y una segunda, en la que se recogen y analizan las "Opiniones".
En su parte final se ofrecen un par de capítulos que podríamos llamar de síntesis (como el capítulo 8 de "Conclusiones" o las propias "Recomendaciones del Ar
arteko", capítulo 9), así como un capítulo (el 7) en el que se recoge una amplia muestra de programas llevados a cabo en algunos países europeos, evaluados positivamente y que se presentan como ejemplo de buenas prácticas.
Respecto a los "Datos" el informe hace un recorrido histórico sobre las pautas de consumo en nuestro entorno (cap. 1), ofrece un análisis de los sucesivos planes de drogodependencias (cap. 2), resume los principales datos de consumo de sustancias entre la población escolar (cap. 3), y a partir del capítulo 4 diferencia con claridad las principales "áreas" y "ámbitos" de intervención. Básicamente las áreas de Prevención Universal y Prevención Selectiva, y dentro de estas áreas, los ámbitos escolar, familiar y comunitario, por ser los entornos que agrupan a la población juvenil por excelencia.
Respecto a las "Opiniones", hay un capítulo o apartado (el 5.3) sobre el que nos gustaría llamar especialmente la atención: el capítulo dedicado a recoger la voz de los propios adolescentes, de las propias adolescentes. En él se ofrecen sus opiniones sobre múltiples cuestiones: qué entienden por prevención; a quién consideran una persona toxicómana; cuáles son sus motivos para consumir; si les resulta fácil acceder a las drogas; cómo influye la edad o el sexo en los consumos; cuál es su particular "clasificación" de las drogas; cómo valoran la intervención de diferentes agentes sociales (como la policía, la escuela, la familia, los medios de comunicación…). En este tema, y en todos los que les conciernen, nos parece muy importante recoger la voz y las propuestas de las personas menores de edad, conocer de forma directa sus opiniones. En el capítulo VII de este informe –la voz de nuestros niños, niñas y adolescentes– se recoge un extracto de las opiniones de los y las adolescentes que se reflejaron en este informe extraordinario.
En todo caso, como es natural, el informe (en los capítulos 5 y 6) recoge también las opiniones de otros agentes sociales como las familias, el profesorado y otras instancias sociales relacionadas con la población menor de edad.
El informe destaca con claridad, al menos, dos grandes áreas necesitadas de mejora con urgencia:
1) La coordinación entre todas las instancias que trabajan en este campo.
2) Un mayor desarrollo de la prevención selectiva, dirigida específicamente a determinados sectores de la población adolescente en situaciones de especial riesgo o vulnerabilidad.
Las primeras recomendaciones del Ar
arteko se centran, precisamente, en esas dos cuestiones o líneas de actuación.
Las 21 recomendaciones que se recogen en el capítulo 9 del informe se estructuran en los siguientes bloques:
- 5 recomendaciones sobre la coordinación y el liderazgo institucional: plantear la mejora de la coordinación, tanto interna como intersectorial e interinstitucional, como un objetivo prioritario en los próximos planes de drogodependencias; revisar la composición y dinámica del Consejo Asesor de Drogodependencias; promover y favorecer la mejor formación y cualificación de los recursos ya existentes; incluir la evaluación en el diseño de los programas y establecer un protocolo común y específico de intervención policial para los casos en los que se hallen implicadas personas menores de edad (Recomendaciones 1 a 5).
- 6 recomendaciones sobre las actuaciones de prevención selectiva: desarrollar programas de prevención selectiva dirigidos a superar en la población vulnerable la concurrencia de déficits de carácter psico-social y socioeducativo; desarrollar los programas dirigidos específicamente a la población adolescente con consumos problemáticos y problemas con la justicia; desarrollar los programas dirigidos a la población menor de edad con problemas de salud mental; desarrollar los programas dirigidos a sectores especialmente vulnerables, como los menores extranjeros no acompañados; desarrollar programas integrales en zonas en las que se da una alta concentración de problemas y dificultades socio-económicas y culturales, que dificultan la incorporación de los/las menores a una vida social plena de derechos y apoyar a los recursos de atención específicos de prevención indicada dirigidos a menores adolescentes y jóvenes, con consumos problemáticos y/o con problemas de comportamiento, para los cuales los programas de prevención selectiva no resulten satisfactorios. Crear nuevos recursos de este tipo en el caso de que los existentes se muestren insuficientes (Recomendaciones 6 a 11).
- 3 recomendaciones dirigidas al ámbito escolar: lograr un compromiso interinstitucional (entre Educación, Sanidad y Acción Social) para una estrategia conjunta de refuerzo de factores de protección; dedicar una especial atención a aquellos centros donde se concentran sectores de población especialmente vulnerables, o donde se producen mayores tasas de fracaso o abandono escolar y valorar y potenciar las experiencias de programas de prevención selectiva escolar que se llevan a cabo en los CIP (actuales PCPI) o se puedan llevar en otros centros de parecidas características (Recomendaciones 12 a 14).
- 3 recomendaciones dirigidas al ámbito familiar: promover la formación, participación y compromiso de las familias mediante iniciativas como las escuelas de padres u otras similares; apoyar a las familias más necesitadas o con mayores problemas, incluso con programas o fórmulas de mediación y apoyar a los recursos de atención específicos dirigidos a las familias de adolescentes y jóvenes, con consumos problemáticos y/o con problemas de comportamiento, para los cuales los programas de prevención selectiva no resulten satisfactorios. Crear nuevos recursos de este tipo en el caso de que los existentes se muestren insuficientes (Recomendaciones 15 a 17).
- 2 recomendaciones dirigidas al ámbito del tiempo libre: reconocer y apoyar el trabajo de educación en medio abierto y de animación sociocultural que diferentes profesionales están llevando a cabo, muchas veces con pocos recursos y con sectores especialmente problemáticos y desarrollar los programas de prevención selectiva en los espacios de ocio frecuentados por adolescentes y jóvenes (Recomendaciones 18 y 19).
- 2 recomendaciones sobre la percepción social y la participación de la adolescencia: cuidar la información y evitar la incoherencia en los mensajes que llegan a los y las adolescentes, especialmente a través de la publicidad y de la información que se transmite en los medios de comunicación y favorecer la participación activa de los y las adolescentes en los programas e iniciativas dirigidas a ellos-ellas. Potenciar su papel activo como agentes de prevención (Recomendaciones 20 y 21).