4. “Si quieres ser feliz, no aceptes nunca lo que consideres inaceptable”
Mi madre era una mujer muy modesta de origen, pero era una mujer muy inteligente. Recuerdo que, cuando tenía yo 16 o 17 años, me dijo: “Si quieres ser feliz, no aceptes nunca lo que consideres inaceptable”. Es la lección más importante que he recibido yo en mi vida.
Me temo que hemos aceptado lo inaceptable. Hemos aceptado que nos sustituyan los principios democráticos y la justicia social por el mercado, y hemos aceptado que nos sustituyan un sistema multilateral de relaciones internacionales, con todas sus deficiencias, por un sistema de corte minimalista tipo G-7, G-8 o G-20 reservado a las potencias más ricas del mundo y, de vez en cuando, a algunas de las economías emergentes. Hemos aceptado que nos cambien la democracia por plutocracia. Y esto es sencillamente inaceptable.
Tenemos que liberarnos del miedo proclamando, como ya hizo de forma maravillosa la Declaración Universal de Derechos Humanos, “como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”.